A 29 años del golpe:

Una lucha inclaudicable

Hace 29 años, un 24 de marzo de 1976, se iniciaba en la Argentina, la noche más oscura y cruenta que habría de vivir nuestra sociedad, a manos de la dictadura más sangrienta que conociera la historia del país. El poder, mediante el terror y el miedo, creó las bases para instaurar un modelo económico de exclusión, en el marco de un sistema profundamente injusto, que habría de expulsar de su seno a miles y miles de seres humanos sumiéndolos en la más absoluta miseria, privándolos de sus derechos más elementales: el trabajo, la salud, la educación, la vida.

Secuestraron, torturaron, desaparecieron y asesinaron gente. Niños, ancianos, jóvenes, hombres y mujeres que formaban parte de una generación que, a través de una indiscutible y generosa lucha, peleó por una sociedad más justa.
Mediante crímenes cometidos por grupos parapoliciales y paramilitares primero y con la instalación del Terrorismo de Estado después, se llevaron treinta mil personas, creando al mismo tiempo las condiciones para una impunidad que habría de continuarse con nuevos crímenes y con la institucionalización de la injusticia.
Frente a la desaparición, figura que hizo tristemente célebre a la Argentina en los fueros internacionales, las madres empezaron a golpear puertas, a recorrer cuarteles, comisarías, ministerios y, ante la falta de respuesta a sus reclamos individuales, iniciaron un reclamo colectivo que habría de convertirse en un símbolo de resistencia. Una lucha incesante que, junto a las Abuelas, a los Familiares y a los demás organismos de Derechos Humanos, se constituyó en una inclaudicable posición de dignidad, al mismo tiempo que en la garantía de una oposición permanente a la impunidad.
Hace 29 años que la sociedad argentina reclama justicia. No alcanzaron ni las leyes de obediencia debida, ni el punto final, ni los posteriores indultos, para que quienes fueron sostén de una llama permanente de resistencia, cejaran en su pedido de verdad y justicia.
“Adonde vayan los iremos a buscar” dice el canto de los hijos que es mucho más que una consigna, porque la justicia que no tuvo lugar en el país en donde se cometieron los crímenes se abrió camino en el exterior denunciando las desapariciones y juzgando y condenando a los desaparecedores.
Así fueron multiplicándose los juzgamientos de los represores en Francia, Italia, Suecia, Alemania y en España, donde está aún teniendo lugar un juicio sin precedentes, por genocidio y ante el cual la Utpba sumó su denuncia por los más de cien periodistas detenidos-desaparecidos y asesinados.
Nuestra organización, presente desde siempre en todos los espacios que posibilitan ensanchar y profundizar las brechas contra la ignominia, sostuvo permanentemente que esta lucha debía trascender los límites de una reivindicación meramente corporativa, porque no puede existir la democracia informativa sin una democracia económica en el marco de una distribución equitativa de la riqueza.
Hoy, aún vigentes las razones que impulsaban la lucha de nuestros compañeros detenidos-desaparecidos, los organismos de Derechos Humanos y otras organizaciones, la continúan y reivindican, en la convicción de que sólo una sociedad justa, con trabajo, salarios dignos, educación y salud para todos vendrá de la mano de esa tan anhelada justicia que es aún una deuda pendiente para con el conjunto del pueblo argentino.