El Gobierno de Ariel Sharón, a través de su ministro de Defensa, Saúl Mofaz, aprobó la construcción de 3.500 nuevas viviendas en el asentamiento judío más grande de Cisjordania y Gaza, Maalé Adumim, a la que los israelíes llaman “ciudad dormitorio” distante a pocos kilómetros de Jerusalem.
Maalé Adumim, una colonia de unos 28.000 habitantes, no será la última en recibir nuevas viviendas dado que las mismas seguirán su curso en Gush Etzion, entre Belén y Hebrón, y en Ariel, al norte de Cisjordania y lejos de la “Línea Verde”.
Tanto Maalé Adumim, Gush Etzion como Ariel quedarán del ‘lado israelí’ del muro que se levanta en la línea de Cisjordania.
Con estas construcciones, denuncian las autoridades palestinas, “Israel torpedea el proceso de paz, crea condiciones imposibles sobre el terreno, se adjudica Jerusalem Este por la fuerza de los hechos consumados sin siquiera negociar e impide la creación de un Estado viable con continuidad y contigüidad territorial”, como reclama, entre otros, George W. Bush.
Pero afortunadamente para la conciencia judía y sus conceptos de justicia, la denuncia no es patrimonio único de los palestinos ya que a la misma se han sumado voces de políticos e intelectuales israelíes como Yossi Beilin, Yossi Sarid o Meron Benvenisti. Ellos también reconocen que con el muro y la nueva construcción de viviendas en Maalé Adumim se corta en dos, se separa, sin posibilidad de arreglo, el norte del sur de Cisjordania.
Mofaz niega dicho argumento al asegurar que Israel estaría dispuesto a construir una carretera a través de un túnel que una el sur de Jerusalem con Belén y Ramallah.
Ahora es cuando recobran sentido las palabras pronunciadas -el pasado 3 de marzo- por Ariel Sharón durante la convención del Likud: “Gracias a la colonización, mantendremos durante toda la eternidad posiciones muy importantes en Jerusalem y en Judea y Samaria (Cisjordania), esenciales para nuestra existencia y para la defensa de los lugares más sagrados de nuestra historia”.