Carta abierta de un amigo a otro:

Una de las máximas casi sin discusión, en lo que las relaciones amistosas se refiere, es aquella que dice... “Un buen amigo siempre te dice la verdad, aunque duela”. Te la bate de frente, diría un tanguero, y te salva en más de un caso de hacer el ridículo y salir de alguna situación vergonzante. Jorge, yo veo que te falta uno de esos amigos...

Te tuteo porque alguna vez compartimos esta Mesa de Nueva Sión, cuando pensabas que desde acá llegarías al sillón de la DAIA y tu mujer llamaba al amigo Rubén, “ni ángel ni demonio”.
Pero volviendo a lo nuestro, Jorgito, te veo tan mal, tan desubicado, que sin querer me da un poco de lástima y asumo así, sin preguntarte, el rol de un amigo -aunque sea virtual- para darte una mano para salir del despelote en el que te metiste.
Renunciá Jorge, haceme caso.
No podés hablar en los actos del atentado a la AMIA, te tenés que esconder entre la gente y encima cuando conseguís a un colega tucumano que hable por vos, te cambia el discurso (‘tucumano pero no boludo’, dijo al bajar del escenario).
Renunciá hermano.
Defendés a la Iglesia con Ferrari y después defendés a Ferrari con la Iglesia y lográs lo increíble: estar con los dos bandos pero siempre equivocado.
Renunciá Jorgito, puede ser peor.
Tu figura no atrae a nadie y ahora cuando viene el momento de campañas, para juntar algo de plata para tu DAIA (tuya y de Toker, porque no representan a nadie) ¿quién te va a dar algo George?
Renuncia antes de que te rajen.
Te mandaste el moco con el Presi en Estados Unidos. Así que ni en la Rosada, ni en la Casa Blanca podés tomar un café.
Por esto y por muchas cosas más, pero fundamentalmente porque no tenés una amigo fiel que te diga la verdad, te la digo yo.
Jorge Kirszenbaum: renunciá urgente a la DAIA, volvete a tu casa, a tu familia, a tu laburo, porque no representás a nadie y nadie quiere que lo representes.
Volvé a tus cosas y algún día contale a tus nietos que fuiste Presidente de la DAIA (eso sí, no les cuentes cómo llegaste y por todos los partidos por los que pasaste porque no te lo van a poder creer).
Haceme caso, renunciá.
Es un consejo de amigo.

Roberto Moldavsky