En el Medio Oriente no hay monopolio de la violencia y resulta muy difícil mirar permanentemente para todos lados tratando de evitar un ataque a la vida y la paz en la región.
La Yihad islámica y sus Brigadas Al-Quds han tratado de convertirse en los más aventajados alumnos de una de las más temibles escuelas del terror, la de aquellos que procuran someter a la mayoría a la dictadura de la amenaza y la muerte. La alianza de estos dos con las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa -brazo armado de Al-Fatah, la agrupación armada de Yasser Arafat- sólo demuestra que también existe el terrorismo laico o del establishment político palestino que, en este caso, parece abrir y extender una mano y pegar con la otra.
Los últimos atentados producidos en Riad, Casablanca, Kabul, Israel o en los Territorios Palestinos, son prueba de que el terrorismo no sólo es el peor enemigo de la paz y la libertad, sino que tiene una especial habilidad para detectar los puntos más frágiles de la esperanza y burlarse de ellos.