«La mayoría de los senadores llegan por y para el ‘curro’»

David Rotemberg es humorista. Junto a Ariel Tarico hacen "Los Fernández", por Radio Mitre. Acaba de publicar "Vida del senador Juan Domingo Hipólito Angulo" (Ediciones De la Flor). En esta entrevista se pone serio y habla de los políticos y la política: “Por qué no probás vos llegar a senador... La gran mayoría llega ahí (como a cualquier lugar de decisión) por favores, y tiene que devolverlos en algún momento”, afirma -seriamente- Rotemberg.

Por Gerardo Yomal

¿Qué proyecto parlamentario le llamó particularmente la atención?

En plena crisis de 2001, el senador radical Mario Losada estaba presentando un proyecto sobre la importancia de la película que se estaba por realizar sobre la vida del Capitán Piluso.

Esto no es humor, ¿no?

Aunque no lo creas, es de verdad; según el senador Juan Domingo Hipólito Angulo, son los proyectos presentados que resultan impresentables. Entonces, está el discurso de Losada (que es «zezeozo»), que dice: «Quién no recuerda entonzez cuando la abuela noz llamaba a laz zinco de la tarde diziendo: Piluzo…». Yo decía…, afuera se está incendiando el país y el tipo estaba… Ojo, nadie duda de la importancia de Piluso, me encanta que haya una película que recuerde lo que fue el Capitán Piluso. Pero creo que no es momento ni lugar para tratarlo.
O por ejemplo: hay una copia de un decreto ley de Scioli bancando un viaje de una senadora que se estaba yendo (no me acuerdo el nombre pero era la presidenta de la Comisión de «Turrismo», digo, de Turismo) a la centésimo séptima «Feri Caballi», o sea Feria de los Caballos, en Verona. Entonces, está todo el itinerario de ella pasando por Milano, por París, por esos lugares por los que hay que pasar para ir a Verona, ¿viste?

¿Se pregunta si con su trabajo puede llegar a dar manija a cierta ideología que dice: «Clausuremos la política que no sirve para nada, todos son una mierda…»?

Ya no me lo pregunto; lo que pasa es que lo tengo bastante mamado… Seguramente me podré equivocar… aclaro que hay excepciones, pero también (y es una cuestión que sufro día a día) sé que la mayoría llegan ahí por el curro y para el curro.
Por qué no probás vos llegar a senador… La gran mayoría llega ahí (como a cualquier lugar de decisión) por favores, y tiene que devolverlos en algún momento.

Una corporación que se va retroalimentando…

Si mirás, en la Cámara tenés las mismas caras desde que volvió la democracia. Vos ves gente que de golpe dice: «Hoy no soy más de San Martín, soy catamarqueño y quiero ser senador», y el tipo entra como senador. Hemos tenido senadores como Luis Barrionuevo…
Tenés gente muy capaz, yo no dudo de la capacidad profesional, por ejemplo, de Eduardo Menem. Los que conocen del Senado dicen que es uno de los tipos más capaces y que más sabe de leyes. Pero basta de vivir del Estado, tendría que haber una fecha de vencimiento para el contrato, no puede ser que esté trabajando ahí desde el ‘83.
Me acuerdo de Erman González, que fue ministro como de cuatro cosas… tiene que haber una especialización, no puede ser que un tipo sirva para todo, no me lo puedo creer.
Sé que hay gente que trabaja honestamente.

Cambiando de tema: ¿lee la revista Barcelona?

Sí, me gusta.

¿Cómo le cae cuando hacen chistes sobre campos de concentración o sobre la tragedia de Cromañon?

Si bien yo no lo hago, el humor negro me gusta. De hecho que los judíos, si bien no hacemos humor negro, somos de cargarnos mucho. A mí me gusta mucho ese tipo de cosas y conozco un poco el paño del país en el que vivo. Y sé que cuando pasó lo del hijo de Menem, a los dos minutos estaban los chistes sobre la muerte de Carlitos. Existen chistes sobre la AMIA y obviamente esos no me gustan; no me gustan los de grandes tragedias, no me gustan los de Cromañon…
No hago chistes de humor negro al aire. Sí fuera de micrófono; a veces nos ponemos y es como una forma de hacer catarsis. Es como el chiste de velorio, vos vas a un velorio y ves un tipo contando chistes, y eso no quita que el tipo esté dolorido por lo que pasó. No lo haría, no los escribiría, no los diría al aire.