En los primeros choques de este tipo desde los acuerdos de Oslo, la policía detuvo a más de 40 manifestantes judíos de extrema derecha y colonos quienes expresaban a los gritos que el retiro de colonias (y los territorios) «es una traición».
El ministro de Defensa israelí, Shaul Mofaz, cuya familia recibió -al igual que el Primer Ministro, Ariel Sharón, y otros integrantes de su gabinete- cartas amenazadoras por apoyar la retirada, afirmó que «el Gobierno democráticamente elegido y el Parlamento no permitirán que grupos radicales los intimiden o impongan su política».
El jefe de la administración civil en Cisjordania, el general Ilan Paz, reveló que había recibido cartas de amenaza definiéndolo como «un miembro del grupo pacifista Paz Ahora» y acusándolo de «apuñalar a los colonos».
Shimon Peres afirmó que «se trata de un tiempo cargado de emociones y riesgos», y agregó que «para impedir que se produzca un nuevo magnicidio (refiriéndose claramente al asesinato de Rabin) es vital identificar a las personalidades peligrosas y tomar medidas contra ellas».
El Shin Bet (servicio secreto israelí que actúa dentro de las fronteras del país) lanzó una doble operación, contra los extremistas de la derecha y de protección a las personas amenazadas.
Sharón dijo ayer que su familia ha decidido contratar de forma privada una compañía de seguridad para proteger la tumba de su esposa, Lili, enterrada al lado de su granja Hashikmim.
El presidente del Parlamento ordenó a las fuerzas de seguridad de la Knesset (Parlamento israelí) un refuerzo extraordinario en las medidas de seguridad para proteger a los ministros y diputados amenazados.
La Knesset prevé aprobar mañana miércoles 16 de febrero) el plan de retirada por lo que la tensión es creciente.
