Publicado en Haaretz -31 de enero de 2005-:

El Sionismo sometido a prueba

La controversia que rodea al Fondo Nacional Judío (FNJ) de tierras, como la disputa sobre la Ley de Retorno, toca la delgada línea que el Sionismo práctico ha intentado pisar por más de 100 años: vivir en coexistencia con la democracia. En el comienzo de su respuesta a la petición sobre la cuestión de sólo asignar sus tierras a los judíos, el FNJ menciona que fue fundado por el Quinto Congreso Sionista en 1901 para servir como brazo de la Organización Sionista Mundial (OSM) para la adquisición de tierras, tierras que pertenecerían al pueblo judío.

Por Akiva Eldar

Algunos no tienen nada que decir acerca del hecho que las instituciones del pueblo judío también se han vuelto el largo y cruel brazo de la ocupación, el gran enemigo del Sionismo, la democracia y la paz. Algunos están desprevenidos sobre el hecho de que las instituciones del pueblo judío han servido durante unos 30 años como una herramienta en manos de los gobiernos de Israel con el propósito de adquirir tierras en Cisjordania y la Franja de Gaza y para financiar asentamientos que están fuera de consenso.
Decenas de miles de acres en los que se han construido asentamientos, zonas industriales y caminos fueron comprados por una subsidiaria del FNJ -Himnuta S.A., que se especializó en comprar tierras de palestinos a través de «hombres de paja» (testaferros)-.
El informe del Contralor de Estado de 2003 denota que «la División Asentamientos (bajo la OSM) trabaja en nombre del Estado para promover y desarrollar asentamientos rurales en Judea y Samaria, la Franja de Gaza y las Alturas de Golan». Los informes del Contralor, incluso el informe de Talia Sasson -un ex miembro de la Oficina de Procuración del Estado- que fuera publicado ayer, revela poco de las hazañas de estas dos instituciones; otras están ocultas en las páginas de planes y en datos presupuestarios sólo conocidos por un puñado de personas.
Aquí van unos ejemplos: El pasado junio, ‘Haaretz’ publicó un informe sobre un plan para establecer un barrio judío adyacente al pueblo de Wallajeh, al sur de Jerusalem, con el propósito de rodear Jerusalem con un cinturón de asentamientos judíos y así aislarlo de Belén.
La Administración de Tierras de Israel dijo en su momento que Himnuta estaba a cargo del plan. ¿Fue esta la respuesta del FNJ a la petición de la Suprema Corte de Justicia cuando en referencia dijo que la situación existente y la legislación «reflejan un equilibrio apropiado entre el carácter judío-sionista del Estado y su carácter democrático?»
O quizás estaba refiriéndose al plan que la División Asentamientos preparó en 1998, junto con el concejo de la Franja de Gaza, «para hacer uso de tierras libres del estado hacia el oeste del eje de asentamientos israelíes en la Franja de Gaza» (Informe del Contralor del Estado, 2000)? Siguiendo a esto, el Concejo firmó acuerdos para llevar a cabo desarrollos y asentamientos en un área ahora agendada para la «desconexión».
La contribución de la OSM en construir la confianza de los palestinos está bosquejada en un plan sin revelar, preparado por la División Asentamientos en noviembre de 1993, inmediatamente después del acuerdo de Oslo.
El plan presenta mapas de «formaciones de asentamientos entre las comunidades adyacentes para facilitar el fortalecimiento de su tejido socio-económico». En enero de 1997, el plan se puso al día, de nuevo en secreto, «para proporcionar a los tomadores de decisiones una herramienta actualizada y relevante a posteriori de la firma del acuerdo de Oslo 2 y la transferencia de palestinos de áreas en Cisjordania». El documento revela datos asombrosos: «las formaciones de asentamientos» incluyen 1.1 millones de dunams [275.000 acres] de tierra privada poseída por árabes, constituyendo un 35,6% del área.»
Una encuesta de opinión pública, publicada recientemente por el FNJ, revela que el 85% de los encuestados (sólo judíos) cree que «la nación judía tiene el derecho de retener la tierra para la nación judía». Ellos no fueron preguntados si la nación judía tiene el derecho de tomar el control de la tierra por sí mismo en el corazón de la Franja de Gaza y los suburbios de Nablus.
Bajo el título, «El Sionismo sometido a prueba,» el presidente del FNJ, Yehiel Leket, escribe que cuando Jaim Herzog criticó duramente la resolución de la ONU que iguala el Sionismo con el racismo, «él ciertamente nunca imaginó que una generación después, una Corte israelí podría llamar a debatir la cuestión si una de las organizaciones centrales del Sionismo era culpable de racismo.»
Herzog, ciertamente, nunca imaginó que esas mismas organizaciones sionistas también podrían ser parte del pecado de ocupación racista que su brazo creó en ese momento con el primer «puesto de avanzada,» Sebastia, que se suponía era una respuesta sionista a esa miserable resolución de la ONU.
El Sionismo está sometido a prueba hoy, en el informe de Sasson y en la lucha por el derecho a la vida sin ocupación.

(*) Colaborador de Nueva Sion y coordinador de Argentinos Amigos de PAZ AHORA .