Y no es para menos, estos dirigentes, con escasa representatividad de las bases -en todo caso representan al establishment de las instituciones afiliadas- han sabido tirar por la borda el posicionamiento de la institución política techo de la comunidad judeo argentina -que comenzó con los festejos por sus 70 años de creación- y se han olvidado, o no han tenido en cuenta, que sus actos no hablan por ellos mismos solamente, sino por una supuesta comunidad representada, por un colectivo comunitario.
Afortunadamente, en casos como el actual gobierno nacional, éste tiene en claro esta situación y han encontrado interlocutores alternativos que representan el diálogo cortado por más que las actuales autoridades en ejercicio, en la DAIA, se esfuercen en desmentirlo o restarle importancia e incluso veracidad.
Su vergonzoso rol en defensa de la imagen y los intereses comunitarios pasan por papelones internacionales, la lamentable actuación en el juicio por la conexión local en la Causa AMIA o en temas mucho más cotidianos de historias mínimas como altercados en la vía pública o disputas por tapas de publicaciones, hechos en los que vuelven a olvidar el verdadero motivo por el cual deberían de haber sido elegidos.
Este análisis surge de la simple lectura de los hechos o la observación de sus acciones por lo que no es necesaria ninguna clase de interpretación subjetiva.
Veamos algunos simples ejemplos de ello:
1- Uno internacional: El escándalo y papelonazo que tuviera por actores principales a Jorge Kirszenbaum (Vicepresidente Primero en ejercicio de la Presidencia de la DAIA) y Julio Toker (Secretario General) en Estados Unidos en ocasión de la invitación y agasajo que el American Jewish Committee (AJC) le organizara al Presidente argentino Néstor Kirchner cuando fuera invitado a hablar en su tribuna. Vergüenza propia y ajena.
2- Uno local: El rol de la querella oficial, en el juicio por la conexión local de la Causa AMIA. Cabe recordar que en el fallo del Tribunal Oral Federal número 3, los jueces Pons, Larrambebere y Gordo argumentaron que “Beraja y las querellas de AMIA, DAIA y Familiares defendieron a ultranza a los funcionarios judiciales y del ministerio público a cuyo cargo estuvo la peor investigación de la que hemos tenido conocimiento…”.
Sin embargo, y a pesar de ello, Kirszenbaum en una entrevista aparecida hace pocos días en el periódico patagónico ‘Río Negro’ afirmó, entre otras tantas cosas, que “más allá del inaceptable pago a Telleldín (que vició prueba importante) -N. de la R.: de la que, inexorablemente, la DAIA tenía que estar al tanto por medio de alguno de sus dirigentes de aquella época- le reconozco a la instrucción haber obtenido de la nada elementos para llevar la investigación a juicio oral…”
Un juicio oral que ya está por cargarse al juez instructor, Juan José Galeano (con pedido de juicio político) y al juez Claudio Bonadío, también con pedido de juicio político, realizado por la Unidad Especial de Investigación del atentado contra la AMIA del Ministerio de Justicia de la Nación, por encubrir la actuación irregular del ex ministro del Interior del menemato, Carlos Corach, y el juez Juan José Galeano. Hay más ejemplos, pero este es más que demostrativo de las contradicciones entre la justicia y el parecer de la dirigencia. Vergüenza propia y nacional.
3- Dos historias mínimas: 1- El pasado viernes 26 de noviembre, en las inmediaciones de una comunidad de Belgrano, se produjo un altercado entre un taxista y un dirigente de la DAIA quien – olvidando su posición comunitaria, y su observancia del shabat- prepoteó al taxista y lo amenazó con romper su auto en una disputa por un espacio de estacionamiento callejero.
Luego de estar varios minutos inmovilizados los dos coches, dado que ninguno cedía el lugar, el dirigente se retiró en busca de otro espacio de estacionamiento. Pero el escándalo fue tal que se acercó personal de seguridad de la comunidad a averiguar qué había sucedido y terminó pidiendo disculpas al taxista por el comportamiento del dirigente.
Estas actitudes soberbias no son nuevas, en la época del cierre de la Universidad Hebrea Argentina Bar Ilán, esta persona formó parte de la Comisión de emergencia armada por el rabino empresario Sergio Bartolomé Szpolski quien intentó retener para si a la Universidad luego de la caída del Banco Mayo. De perfil bajo, a esta persona parece no importarle su supuesta condición de ejemplo para futuros dirigentes comunitarios. Vergüenza ajena por este dirigente.
2- La tapa de la última edición papel de nuestros colegas de ‘Itón Gadol’ muestra a tres dirigentes comunitarios: Gilbert Lewi (Presidente licenciado de la DAIA) en un espacio central y en primer plano, y luego al Vicepresidente Primero de la DAIA, Jorge Kirszenbaum a su izquierda y a Abraham Kaul, Presidente de la AMIA, a su derecha. Esta tapa, tal como aparece reproducida en esta página, fue motivo de un llamado de una persona de la DAIA quejándose por la ubicación de los dirigentes en el diseño y armado de la misma, llevando la interna a límites inimaginables e irrisorios para una institución que se jacta de tener 70 años bien puestos. La institución estará madura, pero parece que algunos dirigentes no. Vergüenza ajena por los dirigentes que se miran el ombligo.
Así llega la DAIA a sus 70 años, tomada por dirigentes con los que podríamos seguir, casi infinitamente, describiendo algunas de sus ‘bondades’ tanto en ámbitos públicos como, en algunos casos, en el ámbito de sus actitudes privadas donde padecen de olvido o disociación respecto de sus responsabilidades sociales.
Y hay más: la continuidad del berajismo en algunos sectores de la comunidad; la insistencia del ex Presidente de la DAIA, José Hercman, en intentar asumir la presidencia alternada del Congreso Judío Latinoamericano sin el aval de su organización madre (la DAIA presidida por Gilbert Lewi); la nunca hasta ahora cumplida revisión que la DAIA prometió respecto a su actuación en la época de la dictadura, etc., etc., etc.
Tuvimos épocas mejores… ¿tuvimos épocas mejores?…
Al cierre de este artículo, 375 personas ya se habían manifestado a través de la página web (www.nuevasion.com.ar) acerca de la representatividad de la dirigencia de la DAIA.
Un 63% (237 personas) dice no sentirse representada; 30% (111 personas) votó por el sí y un 7% (27 personas) no sabe o no contesta.
¿Hacia dónde mira la DAIA y sus dirigentes en este momento crítico de su representatividad y con 70 años de vida? Es una pregunta que deberían hacerse revisando -también- la historia que ayudaron a construir sus dirigentes durante los últimos 10, 20 ó 30 años (dictadura, desaparecidos de origen judío, menemismo, berajismo y atentados).
El mejor festejo que la comunidad podría hacer (respecto de la DAIA) es recibir y escuchar una sana y constructiva autocrítica; una revisión seria de la actuación institucional en un tema tan caliente como el atentado a la AMIA y, por qué no, que los dirigentes hagan un balance de sus propias acciones incluso en la vida cotidiana y en sus historias mínimas porque, mal que les pese, en ellas también va la imagen de la comunidad toda.
Dicen que en las pequeñas cosas, gestos y acciones se conoce a la gente. Y si bien es evidente que la mayoría de los integrantes de la comunidad no tienen fuerza, tiempo, deseo o ambición política para asumir responsabilidades en la DAIA, estos dirigentes están siendo observados aunque ellos no lo noten (o no nos vean) porque no dejan de ser personajes públicos. Tal vez se sienten vanguardia, y por eso no miran hacia atrás, pero la realidad parece indicar que están francamente solos y han perdido a la tropa. Gran parte de ella permanece unida en otro lado, tratando de encontrar una nueva dirigencia que los represente y dignifique.
Este es uno de los más grandes desafíos para el 2005.