Informe del Banco Mundial tras cuatro años de Intifada:

47% de palestinos por debajo de la línea de pobreza

Los cierres continúan entorpeciendo las actividades comerciales y los negocios. Casi la mitad de la población palestina vive en la pobreza. A cuatro años del estallido de la Segunda Intifada, en septiembre del 2000, la economía palestina continúa sumida en una profunda recesión, según un Informe del Banco Mundial. El tercero de una serie de informes, examina el impacto de la crisis socio-económica en Cisjordania y Gaza, la Intifada, los cierres y clausuras y la crisis económica palestina: Una valoración revela que aunque la economía palestina se recuperó en el 2003, esta recuperación es de corta duración. La economía permanece severamente deprimida comparada con el periodo precedente a la Intifada, con cierres ahogando la actividad económica y restringiendo el movimiento de personas y mercancías. El 47% de los palestinos vive por debajo de la línea de pobreza.

«Los cierres y asedios son hoy un factor clave que están tras la crisis económica en Cisjordania. Han fragmentado el espacio económico palestino, elevando el costo de los negocios y eliminando la necesaria predicción para dirigirlos», dijo Nigel Roberts, Director del Banco Mundial para Cisjordania y Gaza.
Según el informe, los estándares de vida de los palestinos han caído dramáticamente. A pesar de la estabilización económica en el 2003, un 47% de los palestinos viven por debajo de la línea de la pobreza. En una publicación separada centrada en “los más pobres de los pobres”, el Banco Mundial advierte que unos 600.000 palestinos no pueden permitirse tener cubiertas sus necesidades básicas de alimentación, ropas y cobijo. Afrontando lo que es conocido como una pobreza de subsistencia, este grupo, cuya disponibilidad de gasto es menor a 1,5 dólares por persona y día, se ha vuelto cada vez más vulnerable a las convulsiones económicas.

Intifada, cierres y crisis económica palestina

Una valoración apunta que pese a un modesto y corto período de incremento del empleo en el 2003, los indicadores del Mercado laboral muestran una economía configurada muy por debajo de su potencial. La tasa de desempleo estaba en el 25% en el 2003, comparado a un 10% antes de la Segunda Intifada. La gente joven en particular ha sido la más perjudicada, el 37% está sin trabajo, en comparación al 14% de antes de la Segunda Intifada.
“Los donantes internacionales juegan un papel crítico para ayudar a que la sociedad palestina resista las convulsiones económicas”, dice el informe.
En el periodo 2001-2003, los donantes suministraron un promedio de 950 millones de dólares anuales, que ayudaron a mantener el funcionamiento de los servicios sociales y ayudaron a los pobres mediante alimentos, ayuda en dinero contante y creación de empleo. Sin estos programas, el informe estima que unas 250.000 personas habrían caído bajo la línea de la pobreza de subsistencia, el 35% por encima del actual nivel. No obstante, el informe señala que la calidad y cobertura de los servicios sociales básicos están gravemente bajo tensión.
«Los donantes han más que doblado sus desembolsos de ayuda desde la Segunda Intifada, y ello, en efecto, a evitado una caída aún más drástica en el nivel de vida» dijo Roberts. «Pero estos niveles de asistencia no pueden ser mantenidos indefinidamente» añadió.
Para reanimar la economía palestina, el informe argumenta que es necesario un aligeramiento radical de los cierres internos. La íntima vinculación entre cierres y la salud de la economía palestina se ilustra por el hecho de que este corto espacio de crecimiento del pasado año estuvo acompañado de un breve aligeramiento de los cierres y de la violencia.
Sin embargo, el aligeramiento de los cierres internos no será suficiente para crear empleo y combatir la pobreza. Acabar con la crisis económica palestina también dependerá de la apertura de las fronteras externas, para que el sector privado pueda comerciar en los mercados internacionales.
El informe llama a la Autoridad Palestina a revitalizar su programa de reformas y mantener la disciplina fiscal para crear un clima favorable a la inversión.