Seminario Internacional sobre Holocausto

“Es necesario encarar la Shoá pensando en el futuro”

Diana Wang y Aída Ender nacieron cuando la Segunda Guerra Mundial finalizaba, y llegaron a la Argentina con el peso y la bendición de representar la vida y la muerte al mismo tiempo. Ahora son parte de la Fundación Memoria del Holocausto y en una entrevista con Nueva Sión hablaron sobre el primer seminario sobre la Shoá que se está realizando en la Argentina hasta el próximo 24 de noviembre: ‘De cara al Futuro’. Wang y Ender profundizaron acerca de la necesidad de encarar el tema desde la pedagogía positiva, es decir a través de charlas con sobrevivientes, manifestaciones artísticas, homenajes y la entrega del legado de los salvadores a los jóvenes. El Encuentro tiene lugar en el Centro Cultural General San Martín y salas del Complejo Teatral General San Martín de la Ciudad de Buenos Aires, entre el 21 y 24 de noviembre.

Por Bárbara Lichtman

¿Por qué el seminario se llama ‘De cara al Futuro’?

Diana Wang (DW): Desde el título mismo queremos dejar un mensaje, incluso para la gente que no venga que vea ‘De Cara al Futuro’ ligado al Holocausto. La pregunta sería: ¿qué tenemos nosotros, que estamos directamente vinculados con el Holocausto por ser sobrevivientes o hijos de sobrevivientes, para dejar a la sociedad y al futuro? Hay una forma de ver el Holocausto en general y fundamentalmente por la gente que no ha sido tocada por este tema directamente como algo sagrado, en donde da miedo demandar o como algo que ya pasó y que no hay por qué seguir insistiendo. Cuando planteamos ‘De Cara al Futuro’ tiene que ver con la vida, con lo que sigue, y cómo se puede aplicar.

Aída Ender (AE): El concepto es que la Shoá está viva. El pasado enseña y nosotros pretendemos con este encuentro dejar un legado hacia adelante.

DW: En general el tema de la Shoá ha sido encarado desde, lo que los estudiosos llamamos, la pedagogía negativa de la Shoá. Es decir, cómo es el horror, qué pasó, cómo se construyo la política y las complicidades.
Hay toda una parte que no se ha encarado debidamente y queremos proponerla para que se haga en la escuela: es la pedagogía positiva que está centrada alrededor del accionar de los salvadores. La gente que salvó gente contra su enseñanza, contra su educación, contra su familia y poniendo en riesgo su propia vida.

AE: No solamente fueron actos heroicos, fue lo cotidiano como el pedazo de pan que se alcanzaba a través del alambrado de púas. Hechos que en la misma simplicidad estaba el heroísmo. Hasta ahora lo que se transmitió de la Shoá fue el peor del ser humano, ahora queremos hacer una pedagogía de la bondad.

La imagen que se instaló a través de los años, incluso la que se transmite en las películas, es la de las filas de judíos caminando hacia las cámaras de gas o todas aquellas que muestran solamente al pueblo judío como víctima…

DW: Yo he escrito un ensayo que se llama ‘El héroe reconstruido’. En él me pregunto por qué los pueblos necesitan construir un héroe. Y creo que los pueblos que necesitan construir un héroe lo hacen porque están avergonzados. ¿De qué estamos avergonzados notros los judíos?: “De haber ido como ovejas al matadero”. Esa frase que ha quedado instituida como la que describe la conducta de los judíos en la Shoá y es de una falsedad y de una distorsión histórica que no se puede creer.
De ninguna manera fuimos “como ovejas al matadero”. Esa escena de las”ovejas al matadero” fue después de muchos años de haber intentado cosas que no sucedieron, y además también hubieron actos de heroísmo. Los que llegaron a esa instancia ya no tenían otra opción.

¿Cuál es la diferencia entre víctima y victimización?

Hay una diferencia entre víctimas y víctimización. Nosotros fuimos víctimas pero de ahí a seguir insistiendo desde el lugar de la victimización es otra cosa. En este encuentro nos proponemos tomar a la Shoá como algo universal para que también sirva para otras cosas, pero siempre cuidando la especificidad del Holocausto. Y para no banalizarlo tampoco, lo comparamos con otros hechos. Para este seminario invitamos a representantes de las comunidades gitana, armenia y de la Iglesia, entre otros.

¿Cómo creen que recuerdan los jóvenes el Holocausto?

DW: Cuando vamos a las escuelas ya estamos cansados que nos pase siempre lo mismo. Los profesores nos dicen: – son chicos que no les importan nada, lo único que tienen en la cabeza es el grupo de música los Piojos, etc.

¿Esto pasa también en los colegios judíos?

DW: No, en los colegios judíos es peor. Nuestra experiencia es que los chicos están ávidos, fascinados porque escuchan algo que nunca escucharon. Lo que reciben en las lecciones, y esto en las escuelas judías es peor, es la cosa estereotipada: hornos, 6 millones, levantamiento del Gueto de Varsovia, la lista de Schindler y ya está. De pronto, cuando escuchan la historia viva, un cuestionamiento, la historia de los salvadores, de los niños de la Shoá, se quedan fascinados. Porque se puede enseñar de otra manera. Fuimos a una escuela privada de Florida y los chicos compusieron un rock sobre este tema, nos derretimos. Uno de los objetivos de este proyecto es que se cambie toda esta forma de enseñanza y que los chicos que están ávidos de buscar un sentido en la vida, esto les permita un camino de lucha hacia algún lado.

¿Ven más difícil el cambio en los colegios judíos?

DW: Somos recibidos infinitamente mejor y con más interés en las escuelas no judías que en los colegios de la colectividad, es un tema del programa de estudio y que los profesores dicen que los alumnos saben sobre esto y que no les interesa.

AE: Igualmente hay un dato muy significativo, y es que el 30% de los inscriptos son jóvenes. Vienen de Brasil, Uruguay, Chile, Colombia o del interior de la Argentina.

DW: En este encuentro queremos entregar a los jóvenes el legado de los salvadores. En tres seminarios muy similares a este se entregaron tres legados distintos: uno fue el legado de los sobrevivientes, el otro fue la aceptación delegable del compromiso de los hijos de la segunda generación y luego el de los nietos.
Nosotros proponemos el legado de los salvadores, y son dos los que van a entregarlo. Un judío y un no judío. Lo más importante para trasmitir sobre este tema es que cuando uno les pregunta a los salvadores por qué ayudaron a salvar judíos, ellos contestan: “Es lo que había que hacer”.

Haciendo foco en el Seminario. ¿Con qué se encuentran los participantes?

DW: En primer lugar con encuentros entre sobrevivientes e hijos de sobrevivientes, este hito es fundamental porque por primera vez, en idioma castellano, se van a encontrar sobrevivientes. Va a haber judíos y no judíos, sobrevivientes y no sobrevivientes, estudiosos, sociólogos, periodistas y estudiantes. Por un lado van a ver mesas de disertaciones con distintos temas a tratar, talleres y un ciclo de cine. Tenemos 8 películas que no se pueden ver en el cine.

AE: Nos hemos enfrentado desde que nacimos con esa dificultad para contar y hablar del Holocausto. El poder de los talleres es el de poder contarle a los otros, que no son los que están directamente involucrados en tu familia, lo sucedido.

DW: Generalmente, en la familia de sobrevivientes, la pregunta que nos hacemos es por qué no podemos hablar en casa de esto. Hemos descubierto en dos paneles, que a mí, como hija de sobrevivientes, me es más fácil hablar con un sobreviviente que no sea ni mi mamá ni mi papá y, a su vez, un sobreviviente prefiere hablar conmigo en vez de con su hijo. Es muy curioso lo que pasa. Lo que permiten los talleres es esa posibilidad de hablar, porque todos necesitamos hablar y no lo hemos podido hacer. Si hay gente que no tiene que ver con el tema de la Shoá, tienen la posibilidad de dialogar sobre el testigo concreto y de abrirse a lo vivo de la Shoá. Muchas veces hay preguntas que uno no se anima a hacerle a un sobreviviente porque piensa que lo puede ofender o que va a quedar como un tonto. Yo, una vez, le pregunté a una sobreviviente si en los campos tenían sexo. Y me contestó “Por su puesto”. A partir de ahí se me levantó un mundo maravilloso, porque uno cree que en ese momento era todo negro.
Hay otro taller, que se llama “Me salve por un pelito”. Hay una enorme masa de judíos que llegaron a la Argentina en el año ´37 ó ´38 y dejaron a toda su familia allá y vivieron la guerra pegados de la radio. Los que se salvaron por un pelito sienten culpa de haberse ido. Este tema abre, por un lado, el sentimiento de milagro y alegría por haberte salvado pero, por otro lado, el de la culpa. Todo esto es bueno hablarlo para poder procesarlo. En la vida cotidiana no hay muchos espacios donde hablar de estas cosas. ¿Lo vas a hablar en un cine? ¿En una reunión de amigos?

AE: Otro de los talleres va a tratar el asunto de la educación y la cultura como resistencia. En los guetos había orquestas, gente que se paraba en la esquina a tocar el violín aún rodeado de cadáveres. La resistencia es ejemplar porque, a pesar de toda la barbarie, seguimos existiendo con nuestras manifestaciones. Cualquier periódico que salía en el gueto, por ejemplo, tenía una guía de todas las actividades culturales que se realizaban en él.

El legado de los salvadores

Durante la Shoá -Holocausto-, en la Europa ocupada por los nazis, yo ayudé a que algunos judíos salvaran sus vidas. Lo hice en situación de riesgo personal y contraviniendo las leyes vigentes que culpaban a los judíos de todo el mal y alentaban su persecución, hostigamiento, detención y asesinato. Sabía que si me descubrían correría el destino que los perseguidos. Reaccioné casi sin pensar y como pude frente al sufrimiento, la humillación, la injusticia y el asesinato. No era gente acusada por algo que hubieran hecho sino por el hecho de haber nacido. Eran perseguidos por causas que no comprendían, sin poder defenderse y sin proteger a sus hijos. Me fue imposible permanecer indiferente. Aunque no eran de mi familia , aunque no eran amigos, aunque a algunos ni siquiera los conocía, no podía seguir viviendo mi propia vida sin tender mi mano. Aunque Tal vez pensaban distinto, creían distinto, hablaban distinto tenían apariencias físicas distintas, esa diferencias no me ocultaban que eran personas como yo. Por el contrario, en esas diferencias me reconocía a mi mismo porque sabía que, mirado desde su posición, el diferente era yo. Lo humano es diverso y las diferencias entre individuos y entre grupos, son parte de nuestra humanidad. Lo que le hacen a otras personas es como si me lo hicieran a mi. Lo que sucede alrededor mío es parte de mi propia responsabilidad. Vencí la tentación de resignarme a la idea de que no se puede hacer nada. Y no estuve solo. Aunque no fueron muchos otros como yo lo probaron con su conducta: siempre se puede hacer algo.
Por su puesto que tuve miedo, por su puesto que las cosas no fueron fáciles Por su puesto que en muchos momentos vivía el terror de lo que podía pasarme y añoraba mi pérdida comodidad. Pero no era momento de lamentos, ni añoranzas ni fragilidades. Había que responder con urgencia frente al horror que me rodeaba. Conseguir escondites posibles, buenos documentos falsos, suficiente comida, dinero, remedios, resolver las enfermedades y problemas que surgían a cada paso, convencer a otra gente para que ayudara, ocultar mi conducta ante vecinos amigos conocidos, y parientes que podían denunciarme. Tuve que mentir, sobornar, y mantener, al mismo tiempo, el simulacro de una vida normal para no despertar sospechas. Sabía que me podían descubrir. Extremé los cuidados y tuve la suerte que otros no tuvieron, de tener éxito en la salvación de algunas personas y en no haber sido descubierto.
Lo que hice estaba expresamente prohibido. Cometí el delito de desobedecer las leyes con conciente y firme convicción. Frente A lo que la ley me imponía, elegí lo que considere legítimo, lo que creía que estaba bien. Una ley que aliente al Mal me resulta inaceptable. Aunque la propaganda insistía en que no se trataba de personas, que eran enemigos, que debía desaparecer por el bien de la sociedad, no podía dejar de ver en cada uno una persona como yo, con el mismo derecho a vivir que tenía yo. Hay preceptos morales que son superiores a cualquier ley, son lose nos guían y que trataré transmitir a mis hijos para que ésos a su vez se los transmitan a los suyos. El Bien es para mi una idea clara y sencilla, que puede resumirse en “ama a tu prójimo como a ti mismo “. Y veo como prójimo a todo ser humano, piense como piense, crea en lo que crea, hable como hable, tenga el aspecto que tenga.
Este es mi legado. Es lo que me han enseñado. Es también lo que he aprendido. Lo que hice no tiene ningún mérito ni requiere un reconocimiento particular. Era lo que había que hacer.