Los estudios y sondeos lo dicen. ¿Un pueblo? El 85% de alemanes del este y un 74%del oeste no piensan que los alemanes constituyan uno.
Y en cuanto al Muro de Berlín, 1 alemán de cada 5 desea su retorno, siendo más numerosos en el oeste (24%) que en la ex República Democrática Alemana (RDA), con un 12%.
15 años después de las «manifestaciones del lunes» del otoño de 1989, en las que los alemanes del este cantaban «somos el pueblo» frente al politburó de la dirigencia comunista, nuevas «manifestaciones del lunes» surgieron el pasado verano (boreal), particularmente numerosas en las ciudades de la ex RDA.
Esta vez el blanco fueron las reformas del Estado Providencia implementadas por el canciller socialdemócrata Gerhard Schroeder, y de modo más general, «los de arriba».
Si bien el movimiento se ha calmado, el enojo popular se manifestó en las elecciones regionales de septiembre en Sajonia y en Brandeburgo (este) con el retroceso de los «grandes partidos» como los socialdemócratas (SPD) y los cristianodemócratas (CDU).
Este retroceso fue provocado por un avance de los neocomunistas (PDS), que se afirmaron como la segunda fuerza política en la ex RDA, y de la extrema derecha, que entró con fuerza al parlamento de Sajonia.
La morosidad en la ex RDA es alimentada por una tasa de desempleo del 18%, más del doble que en el oeste, y por un éxodo ininterrumpido de sus fuerzas vivas. El ejemplo más concreto es la disminución, en 850.000 habitantes, de la población en los cinco Estados regionales.
No obstante, no menos de 1.250 mil millones de euros de fondos públicos fueron invertidos en el este, en particular vía un «impuesto de solidaridad».
De aquí al año 2019, otros 156 mil millones de euros están previstos en el marco del «Pacto de solidaridad».
Pero, a los ojos de muchos, demasiado dinero fue tirado por la ventana, como lo ilustran las quiebras llamativas de grandes proyectos como el transportador de aviones Cargolifter, el circuito automovilístico Lausitzring o la fábrica de microtransmisores electrónicos de Francfort-sur-l’Oder.
El líder de la reunificación, el canciller Helmut Kohl (CDU), que profetizó «paisajes florecientes» en el este, reconoció por primera vez este año que cometió «errores». Pero trató de justificarse argumentando que «navegábamos fuera de cualquier camino pre-establecido».
En su discurso, por los 14 años de la reunificación, el 3 de octubre, el presidente alemán Horst Koehler dijo que la fuente de «muchos de los problemas» fue la falta de cuestionamiento, en 1990, de la cultura burocrática y reglamentarista oestealemana, aplicada sin transición ni adaptación en el este.
En esa época, «casi todo el mundo pensaba que la bancarrota de la RDA confirmaba la justeza del sistema occidental» y capitalista, subrayó Koehler, antes de puntualizar que «la legislación oestealemana estaba demasiado impregnada de la autosatisfacción, las expectativas con respecto al Estado y el celo que quiere reglamentarlo todo».