«Hemos venido a dar muestras de unidad nacional y demostrar que no somos tribus dispersas», declaró Mohammad al Hindi, de la Yihad Islámica. Al Hindi indicó que los participantes van a publicar «un comunicado conjunto en el que afirmen esta posición de unidad».
Un miembro del Comité central de Al Fatáh, el grupo de Yasser Arafat, indicó que era «muy importante durante esta fase tener un diálogo nacional serio».
Los informes contradictorios sobre la salud de Arafat han incrementado la preocupación sobre un posible caos y violentas luchas por el poder en Cisjordania y Gaza en caso de que fallezca.
Arafat no ha designado a un sucesor y, al parecer, en el período de transición los palestinos serían conducidos por un grupo liderado por el primer ministro Ahmed Qureia (Abu Alá) y Abu Mazen.
Como primer ministro, Alá debería enfrentar las tareas diarias del gobierno, mientras Mazen se haría cargo de la diplomacia, según fuentes palestinas.
El ministro palestino de relaciones exteriores, Nabil Shaath, negó que Arafat esté clínicamente muerto, pero manifestó su preocupación por la falta de mejoras notables en la salud del líder palestino.
«Está grave, no está mejorando y eso es lo que verdaderamente está causando nuestra ansiedad», afirmó.
Sin embargo, la situación provocada por la incertidumbre torna al ambiente de gravedad extrema, especialmente en Gaza.
A pesar de los múltiples problemas y corrupción en su gestión administrativa, Arafat resultó una fuerza unificadora del pueblo palestino.
Ya el Primer Ministro Ariel Sharón afirmó que no permitirá que Arafat sea enterrado en Jerusalem.
