El voto judío en las elecciones de los Estados Unidos:

Busharón

El partido republicano se lanzó pocas semanas antes de las elecciones sobre los votantes judíos, alentado por los rumores de que muchos miembros de la comunidad simpatizaban con el presidente George W.Bush debido al firme y activo apoyo de éste a las posiciones del gobierno de Israel y a su denuncia, no sólo del terrorismo palestino sino también contra Arafat.

Por Ismael Viñas (Desde Estados Unidos)

Aclaremos: los judíos norteamericanos, con fuerte presencia en los estados claves por el número de electores: Nueva York, y Florida, donde viven sobre todo en el sur (Miami-Dade y Broward, condados donde se nuclean), forman parte de lo que aquí se llama “minorías”, junto a los latinoamericanos, otros inmigrantes recientes y los negros.
Como dichas “minorías”, diferenciadas de los “blancos-anglosajones-protestantes”, forman un grueso de los votos del Partido Demócrata (con excepción de los cubanos, por su puesto, dura y agriamente votantes de los Republicanos). Tal posición política, en el caso de los judíos, coincide con una actitud mayoritariamente “liberal”, en el sentido anglosajón de la palabra: partidarios de posturas progresistas a favor de los derechos civiles, contra el “derecho” irrestricto de la compra y posesión de armas de fuego, partidarios de la igualdad de derechos de la mujer… tal liberalismo se puso de manifiesto en el modo cómo activaron a favor de los derechos civiles de los negros, en las décadas de los ´50 y ´60 del siglo pasado.

Los grupos y las ideas

Eso no quiere decir, por su puesto, que todos los judíos sean “liberales” y que todos sean votantes tradicionales del Partido Demócrata: la Organización Sionista Norteamericana está controlada desde hace mucho por el Likud, por ejemplo; pero aún entre los judíos ortodoxos hay minorías pro Partido Demócrata.
O había, porque uno de los centros de la comunidad judía norteamericana es la defensa del Estado de Israel -que ocurre que se traduce en apoyo a las políticas de sus gobiernos- con escasas distinciones, ya que aquí hay también una izquierda judía, por su puesto que tomando eso de “izquierda” en un sentido más amplio. Para ejemplificar: aquí, en Estados Unidos, también hay un Movimiento Paz Ahora y simpatizantes de los partidos de izquierda israelíes. Pero en conjunto, el apoyo a los gobiernos israelíes ha sido siempre automático e irreflexivo, con los matices conocidos en todos lados.
Por lo tanto, no es algo extraño que la actitud de Bush, que el editor jefe del periódico “New Republic” Martín Peretz, califica de “empatía por el gobierno de Israel” en una columna firmada y distribuida nacionalmente, sea recibida con beneplácito. Peretz es explícito: Bush se destaca por haber apoyado la política de Sharón de “aceptar la futura existencia de un estado palestino, (y) de abandonar algunos -ciertamente no todos- los asentamientos… y ha reconocido que los poblados estratégicamente ubicados pueden mantenerse en manos de Israel”.
Eso explica, según el columnista, que lo prefiera a Kerry el cual, si bien reconoce que ha votado en el Senado “rutinariamente como un amigo de Israel”, comete el error de la “vieja diplomacia de Estados Unidos” de confiar en las Naciones Unidas como árbitro de la legitimidad internacional. Lo que constituye un mapa de ruta a ninguna parte”, concluye el periodista.
El senador demócrata y ex candidato a la vicepresidencia Josef Lieberman, al venir a la Florida para apoyar la candidatura de Kerry, comenzaba sus discursos ante los miembros de la comunidad judía reconociendo el “activo y positivo papel jugado por Bush en favor de Israel”, aunque luego de deshiciera en elogios sobre el pasado pro-israelí de Kerry y sobre su plan de paz para la zona.
Parece probable que el beneplácito se haya transformado en votos, tal como aconsejó Peretz. Y si bien es cierto que la proporción de votantes judíos, dentro de la mesa de electores norteamericanos, es mínima, en una elección tan reñida como la pasada no deja de haber tenido importancia.