Causa AMIA:

Primeras cinco preguntas para la interna

El viernes 29 de octubre por la tarde el Tribunal Oral Federal número 3 terminó de dar por tierra a la historia oficial construída desde el Estado y avalada por sectores trascendentales del establishment de la comunidad judía de la Argentina. Uno, Rubén Beraja, está preso -no exáctamente por este tema- y el resto goza de libertad de movimientos. Los vestigios del poder omnímodo de la época “berajista” aún continuan presentes en una representación formal vacía de identificación con su propio sustento: los integrantes del colectivo comunitario. Acá se expresan las primeras cinco preguntas que podríamos hacer de una lista interminable.

Por Guillermo Lipis

Si ya existían pruebas más que suficientes para defenestrar a algunos dirigentes de la comunidad judía de la Argentina por sus actitudes antidemocráticas, como la negativa a continuar recibiendo en la Mesa de la DAIA al representante de Convergencia -Héctor Covos- por hacer público en los medios lo conversado en la reunión y que debía aparecer en actas -o sea, un documento público- bajo la tergiversación de una “filtración a la prensa”; o el inolvidable papelón del pasado 5 de mayo en los Estados Unidos que tuviera como principales actores a los dirigentes Jorge Kirszenbaum y Julio Toker; la explicación del fallo por la denominada Causa AMIA, al menos nos vuelve a hacer que repreguntemos algunas cosas íntimamente relacionadas con la continuidad del caso -y los dirigentes- a lo largo de estos años:

1- ¿Por qué se avaló la connivencia de la abogada Marta Nercellas al frente de la querella unificada, una vez renunciado Beraja, si se sabía internamente la verdad por el pago de los 400.000 dólares a Telleldín si se afirma que en la DAIA no hay continuidad dirigencial e ideológica? Gilbert Lewi dio su respuesta -incluso tomó prudencial distancia con el ya famoso “o ellos o yo”-, nunca sabremos la del fallecido Rogelio Cichowolsky, pero bien podrían responder otros dirigentes como José Hercman (quien aún pugna por asumir,a pesar de su irrepresentatividad, como presidente del Congreso Judío Latinoamericano) y Jorge Kirszenbaum (vicepresidente primero en ejercicio de la presidencia de la DAIA y nexo entre el equipo de abogados de la institución y la dirigencia de la misma).

2- ¿Por qué no reaccionaron los otros integrantes de la querella unificada? Ya sean dirigentes de la AMIA -en las distintas cadencias-, representantes del grupo de familiares que se quedaron en esta querella o sus respectivos abogados? ¿Ingenuidad, desidia, impotencia o intereses supremos desconocidos?

3- Si sabían del pago tanto como Beraja, Nerecellas y otros, ¿cómo debemos considerarlos? ¿Qué deberíamos pensar acerca de ellos? ¿Cómplices, encubridores o ‘judenrats’?

4- Está claro que la primera responsabilidad le corresponde al Estado, pero… ¿se hubiera llegado a esta situación si la querella oficial hubiera, además, trabajado como auditora de la investigación oficial y denunciado el pago ilegal de los 400.000 dólares a Telleldín?

5- Si la cúpula de la dirigencia política comunitaria ya no es interlocutora para el gobierno argentino y está altamente comprometida con el resultado final de la llamada Causa AMIA, ¿por qué no renuncia de una buena vez por todas?

En Nueva Sión en particular, y en la comunidad en general, esperamos que alguién de respuestas.