Arafat, quien ya ha viajado a un hospital de París, ha permanecido casi como un prisionero en su cuartel durante los últimos tres años, en parte por el asedio del ejército israelí, los sitios y su propio temor de ser asesinado.
Funcionarios israelíes se apresuraron a conceder el permiso de salida a Arafat por temor a una reacción iracunda del mundo árabe en caso de que le pasara algo. Israel no quiere ser visto como el causante de una posible muerte de Arafat.
En la decisión participaron el primer ministro israelí Ariel Sharón; el ministro de Defensa, Shaul Mofaz y otros altos funcionarios de seguridad.
Participantes de las reuniones señalaron que se habló sobre la posibilidad de la muerte de Arafat y sobre las posibles dificultades que podrían surgir en torno a su funeral.
Funcionarios, que hablaron bajo condición de anonimato, dijeron temer que los palestinos pidan que Arafat sea enterrado en Jerusalem, y que quieran marchar por la ciudad con su féretro.
Aunque no se ha tomado una decisión final, funcionarios han dicho que se oponen al entierro en Jerusalem, tanto por la violencia que puede surgir en el funeral como por la interpretación de los palestinos de que se les reconoció su derecho a reclamar Jerusalem.
El gobierno israelí está considerando permitir la sepultura del líder palestino en un barrio periférico de la ciudad, dijeron funcionarios de seguridad.
Por otra parte, funcionarios de seguridad han presentado planes para enviar más soldados a Cisjordania y evitar un movimiento masivo palestino hacia Jerusalem.
En Israel existen claras evidencias de preocupación ante una potencial escalada de violencia si Arafat llegara a fallecer. Cisjordania y la Franja de Gaza, con unas fuerzas de seguridad palestinas debilitadas, se han convertido en territorios inhóspitos en los que no impera la ley.