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Los hacedores del muro

Detrás de la opresión impuesta por el gobierno de Sharón existe, para millones de palestinos, un avallasamiento mucho más humillante, efectivo, y dañino: el de sus propios dirigentes. Solo un caso basta para graficar quiénes son los que actualmente se arrogan la representación de un pueblo cuyo único mal, afirman, es el Estado de Israel.

Por Julián Blejmar

Pudo ser Inglaterra hace 25 años para los argentinos, Rusia para los chechenos en la actualidad, Irak para los norteamericanos el año pasado, o Israel para los palestinos desde hace un siglo. Es simple encontrar o crear el enemigo que acecha detrás de nuestras fronteras, para el cual sería necesario gestar uno o varios líderes que nos defiendan contra la amenaza externa.
En lo que no resulta agradable pensar, posiblemente por su misma complicación de análisis, es en el hecho de que el enemigo sea también quien asuma el liderazgo de la defensa, y es por eso que -tal vez- la mejor forma de negar la realidad sea cargando aún más las tintas sobre los opresores externos.
Pero la evidencia está allí, y nada ni nadie puede ir contra los hechos.
Una investigación, efectuada por el mismo Parlamento palestino, involucró a ministros y trabajadores de la Autoridad Palestina (AP) en la venta de cemento a una empresa israelí que fue contratada para la construcción del muro divisorio y viviendas en los asentamientos de Cisjordania.
En efecto, se pudo comprobar que fueron al menos cuatro las importadoras de cemento que vendieron su mercadería al empresario alemán y judío Zeev Pelsinky. Una de estas fábricas es propiedad de la misma familia del hasta hace poco tiempo primer ministro palestino Ahmed Querea (Abu Ala), mientras que otra pertenece a la familia del actual ministro de Asuntos Civiles Palestinos Jamal Tarifi.
En rigor, el cemento fue comprado por las empresas palestinas a fábricas egipcias, a un precio subsidiado gracias a un convenio que Palestina tiene con ese país para la reconstrucción de su infraestructura. Así, el precio de compra del cemento a Egipto fue de 22 dólares, pero se le vendió a Pelsinsky, -que tiene tres firmas de constructoras en Haifa-, a 100 dólares, en un negocio que movió cinco millones de dólares.
Pelsinsky buscó en un principio negociar directamente con las empresas egipcias, pero esto le fue negado por una prohibición de comercialización que impuso este país con Israel. Fue así como se dirigió al ministro de Asuntos Civiles Palestinos Jamal Tarifi, que posee un permiso del Ministerio de Economía Palestino para importar cemento, donde se certifica que el mismo no terminará en Israel. En septiembre de 2003, Tarifi y Pelsinsky firmaban en El Cairo el contrato para importar 20 mil toneladas de cemento.
Asimismo, una auditoria de siete meses llevada a cabo por el vicepresidente del Parlamento palestino, Hassan Khreishe, demostró que de 420 mil toneladas de cemento pórtland importado de Egipto, el mismo que se utiliza para la construcción del muro, solo 33 mil fueron utilizadas en Palestina, el resto fue vendido a Israel.
En el negocio, también se vio implicada la Sociedad General de los Servicios Comerciales Palestinos, una financiera estatal administrada por el “tesorero” de Arafat, Mohammed Rashid, la única persona que tiene acceso a las cuentas del líder palestino.
Sólo cuando Egipto realizó un reclamo por el destino de su cemento subsidiado, Arafat ordenó una investigación, lo cual no impidió que -pocos meses después- conceda nuevos permisos para la importación de cemento desde ese país, sin imponer ninguna medida diferencial que impidiese nuevas maniobras comerciales con el cemento.
Todo esto es también parte de la historia de la construcción del muro.
Es interesante que los palestinos, y el mundo entero, la conozcan.