Durante su vida, el nombre de Iz a-Din al-Sheikh Khalil fue sólo conocido por el Hamás y al interior de las agencias de inteligencia de occidente.
Pese a que era un especialista en operaciones político-militares, nunca fue una caras conocida del movimiento palestino. Pero, a pesar de ello, fue víctima de un atentado cuando encendió el motor de su camioneta y el vehículo estalló en mil pedazos.
«No sé nada relacionado con eso,» dijo Gideon Ezra -ministro interino de Seguridad Pública, en la primera reacción oficial israelí tras la muerte de Khalil- pero «me alegro,» agregó el funcionario de Israel.
Sin embargo, circula la versión de que el atentado habría sido una respuesta de los funcionarios de seguridad israelí a dos ataques con bombas que mataron a 16 personas en autobuses en la ciudad hebrea de Beer Sheba el pasado 31 de agosto.
Si bien las autoridades israelíes evitaron hacer comentarios «algunas personas llevan vidas peligrosas,» dijo un vocero israelí.
Si se confirmara la participación de Israel, sería una inusual acción israelí en territorio sirio que ya repitió en reiteradas oportunidades que está dispuesta a renovar el pacto de paz con Israel.
Israel, por su parte, se resiste a firmar el acuerdo porque acusa a Siria de financiar el terrorismo palestino. Dentro de Israel existen divisiones sobre el tema: por un lado, está la posición del jefe del Ejército, quien se mostró favorable a dialogar con Damasco; y por tenemos al Primer Ministro Ariel Sharón y sus aliados, la cúpula policial, quienes entienden la insistencia de Siria -para firmar un tratado de paz- sólo como una estrategia para ganarse el apoyo de Washington.
Farouk A-Shara, ministro de Relaciones Exteriores sirio, hizo duras críticas contra Israel en la Asamblea Anual de las Naciones Unidas.
¿Fue Sharon quien autorizó el asesinato de Khalil para mandarle un mensaje al presidente sirio Bashar al-Assad y dejarle en claro que sus gestos de paz seguirán siendo insignificantes si no dejan de financiar al terrorismo palestino?
Más allá de la política, el asesinato de Khalil es un símbolo del poder del Mossad.
