Durante el desarrollo de la asamblea general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) llevada a cabo en Viena, el jefe de la delegación iraní, Gholamreza Aghazadeh, confirmó que su país está realizando actividades para procesar uranio y uranio enriquecido.
Este anuncio se produce sólo tres días después de que la Junta de Gobernadores del OIEA aprobara una resolución en la que insta a Irán a suspender sus actividades de enriquecimiento de uranio como medida de buena voluntad hasta comprobar que su programa atómico no tiene otros fines que la producción de energía eléctrica. Esta resolución contemplaba la posibilidad, aunque sin mencionarlo directamente, de enviar el caso iraní al Consejo de Seguridad de la ONU para que estudie posibles sanciones en caso de incumplimiento iraní.
Esta petición fue duramente criticada por Irán y otros Estados, ya que el enriquecimiento de uranio, necesario para producir armas atómicas pero también para generar energía, no es una actividad prohibida por el Tratado de No proliferación (TNP) nuclear. Desde Teherán se afirma que esta exigencia es ilegal y que la suspensión de sus experimentos con uranio, tras un acuerdo el pasado año con Alemania, Francia y Reino Unido, había sido hasta la fecha de carácter voluntario.
El presidente de Irán, Mohamed Jatami, reivindicó el derecho iraní a “adquirir tecnología nuclear con fines pacíficos” y negó que sus experimentos busquen obtener armas atómicas.