Mientras tanto, los palestinos consideran al plan como una maniobra israelí para anexarse grandes porciones de Cisjordania.
Decenas de miles de personas -judíos ortodoxos- llenaron las calles céntricas de Jerusalem para protestar contra la iniciativa de desconexión unilateral.
Un inmenso cartel colgado detrás de un escenario afirmaba: «La retirada divide al pueblo».
Aunque los organizadores prometieron no incitar la violencia, no evitaron los carteles que decían que el titular del comité de retirada de Sharón «no será perdonado» u otro con la leyenda bíblica: «Un tiempo para amar, un tiempo para odiar», citando el Libro del Eclesiastés.
En una reciente reunión de gabinete, Sharón advirtió que la estridente retórica de los que se oponen a su plan de retirarse de la Franja de Gaza podría llevar al país a una guerra civil.
«Somos testigos en los últimos días de la incitación más grave, y podría decir que son llamamientos que apuntan a causar una guerra civil», afirmó el Primer Ministro.
«Estamos totalmente en contra de la violencia o de amenazas de violencia», expresó el portavoz del Consejo de Colonos, Josh Hasten. «Estas declaraciones generalizadas (de Sharón) colocan injustamente a todo un grupo dentro de una categoría» afirmó.
«Esta es la tierra de Israel, no la tierra de Ishmael», antepasado del Islam, dijo el rabino Shlomo Aviner, líder espiritual de los colonos quienes no dejaron de vitorearlo durante todo el acto.
El tema de la incitación ha sido delicado en Israel desde que en 1995 un judío ultra nacionalista opuesto a la paz con los palestinos asesinó al por entonces primer ministro Yitzhak Rabin.
Las autoridades israelíes han expresado en reiteradas oportunidades su preocupación de que opositores a la iniciativa de Sharón puedan tomar las armas, y exactamente por esto el nivel de alerta sobre los controles de seguridad interna ha crecido durante los últimos días.