Publicado en ‘La Vanguardia’ -1 de septiembre de 2004-:

Un motor rentable

Una sucesión de atentados en Israel y Rusia y diversos acontecimientos políticos, sólo sin aparente conexión, muestran que el terrorismo se ha convertido en el gran argumento del escenario político mundial. Estados Unidos, Europa, Rusia o Israel desempeñan papeles bien dispares, en una cruenta pugna por defender sus respectivos intereses, mientras intentan hacer frente al enemigo común simbolizado y materializado en las organizaciones y grupos terroristas internacionales.

Quizá sea casual, pero no es gratuito, que pocas horas antes de que Putin, Schröder y Chirac se reunieran en un balneario junto al mar Negro (Rusia), en Nueva York el ex alcalde de la ciudad Rudolf Giuliani abriera la convención republicana con una dura catilinaria, en la que acusaba a los europeos de no haber sabido reaccionar con bastante energía ante las amenazas terroristas. Con su discurso, Giuliani reafirmaba el protagonismo de George W. Bush como líder mundial de la lucha antiterrorista, en un papel ya definido implícita, pero muy claramente, en la Estrategia de seguridad nacional, el documento básico sobre el que Bush ha construido su política exterior.
Fruto de aquella estrategia fue la invasión de Irak, pero Rusia, Francia y Alemania se opusieron. Ahora, Putin ha convocado una reunión tripartita, en la que los tres países representados intentan poner en pie una estrategia antiterrorista propia. El encuentro se produce en un ambiente de gran agitación, con sendos atentados en Moscú y Beersheva (Israel), protagonizados por distintos grupos terroristas.
Mientras, anoche seguían las frenéticas negociaciones para conseguir la liberación de dos periodistas franceses, secuestrados por el llamado Ejército Islámico de Irak y amenazados de muerte por sus captores y, también en Irak, doce nepalíes eran asesinados por otra facción islámica, que los había secuestrado para vengar el apoyo de Nepal a Estados Unidos.
La sangre de las víctimas de atentados terroristas es mucho más llamativa que la de los muertos en combates, sea cual sea el conflicto que los origina.
En realidad, según el informe anual Patrones Mundiales del Terrorismo, elaborado en Estados Unidos, en el 2003 murieron 625 personas por atentados terroristas en todo el mundo, muchas menos, evidentemente, que las víctimas de conflictos armados o de accidentes de automóvil. Lo cual demuestra que, en casi todo el mundo, los terroristas siguen siendo rentables auxiliares de la política.