Mensaje Rafael Eldad, nuevo Embajador de Israel en la Argentina:

«Amistad, memoria y búsqueda de justicia»

“La profundización, en todos los ámbitos, de las relaciones entre Israel y Argentina puede contribuir al desarrollo de ambas sociedades”. Así se expresó el flamante Embajador de Israel en la Argentina, Rafael Eldad, quien ya desempeñara funciones diplomáticas en Argentina como Agregado Cultural. El presente texto fue redactado para el diario Clarín de Buenos Aires en su nueva presentación pública. En un aparte, el lector interesado podrá encontrar su Currículum Vitae actualizado

“Hace exactamente diez años me despedía de Buenos Aires, después de haber desarrollado una fructífera labor como agregado cultural y, posteriormente, ocupando el lugar de ministro consejero, segundo en la línea de responsabilidad, en la Embajada de Israel”.
“En aquella etapa viví momentos inolvidables, compartiendo alegrías y plenitudes con gente que dejó huellas profundas en mi vida; gente que me enriqueció, nutrió y dio sentido a mucho de mi posterior recorrido”.
”Al mismo tiempo también fui testigo de dos enormes tragedias. Una, el atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires -17 de marzo de 1992-, el mismo día en que se daba a conocer, en la sede de la que fuera mi misión diplomática, en Arroyo 910, entre un grupo de intelectuales y periodistas argentinos el preámbulo del ‘Proceso de Paz’, que tan auspiciosamente se había iniciado, en Madrid, a fines de octubre de 1991”.
“Entre la montaña de escombros de esa tragedia quedó atrapada mi secretaria, Marcela Droblas, presente, desde entonces, en cada momento de mi vida y la oficina que ocupaba, en el segundo piso, desmoronada como un castillo de naipes. Mientras las calles de Buenos Aires se llenaban de polvo, vidrios y sinsentidos, yo estaba en AMIA, presentando al enviado israelí que había sido testigo de los días de Madrid hablando sobre un tema, que parecía tan irónico, como eran las esperanzas que generaba el proceso de paz en Oriente Medio”.
“Acompañé a deudos y heridos. Acompañé a las cientos de voces que clamaban justicia pasando a ser, en muchos sentidos, un sobreviviente que no tenía palabras para los hechos que, hasta hoy, constituyen una bisagra en mi vida”.
“El segundo hecho aconteció dos años después cuando, hace diez años, el 18 de julio de 1994, fui testigo de la voladura de la Asociación Mutual Israelita (AMIA). Justamente, en esa institución se estaba organizando, para el 19 de julio, una despedida que coincidía con el fin de mis funciones diplomáticas.
Sin embargo, no es mi vuelta, ahora como embajador, un cierre en el círculo de aquellos hechos que, para siempre, marcaron mi vida personal y profesional”.
“Llego con el propósito de incentivar la vinculación entre países, colaborar en la tarea de conocernos más y mejor; fomentar la cooperación, respetando cada una de nuestras historias e identidades; abrir nuevos caminos de amistad y entendimiento, propia de países que tuvieron «altas» y «bajas», y que, como común denominador, cuentan con el incondicional apoyo que otorga la comunidad judía, entre las más numerosas del mundo”.
“Llego para consolidar una «antigua/nueva» amistad, entre los rostros que conozco y los desconocidos; para difundir el quehacer de un «país especial» sostenido en el encuentro de caminos que permitan avanzar, juntos, celebrando una nueva etapa de amistad y cooperación mutua; manteniendo constantes contactos y ofreciendo el incentivo en el desarrollo de relaciones, en todas las áreas y niveles”.
“Llego, también, para buscar en un espacio entre la memoria de mis seres queridos, aquellos que quedaron sembrados en árboles que denotan el paso del tiempo y que ya serán, para siempre, jóvenes y, por tanto, incansables en la búsqueda de justicia que acompañaré, con renovada fuerza e ímpetu”.
“Llego con la convicción que la amistad, entre los hombres y los pueblos, volverá a dar los pasos necesarios para el avance de ambas sociedades. Esta es mi decisión, al llegar a Buenos Aires, y poner manos a la obra».