El tribunal reconoció los hechos y condenó al Estado francés a indemnizar en 25.000 euros al tío de Lipietz, 15.000 euros a Alain Lipietz y otros 15.000 a su hermana Hélène. En la sentencia, el tribunal condena también a la empresa de ferrocarriles SNCF al pago de 12.500 euros al tío de Lipietz y 7.500 a los otros dos demandantes. Además, deberá satisfacer 1.000 euros suplementarios a cada uno de ellos por las costas judiciales.
A pesar de que la sentencia reconoce el derecho indemnizatorio de los afectados, no se hace ninguna alusión a la acusación de «complicidad en crímenes contra la humanidad» que figuraba también en la demanda. El tribunal se limita a reconocer el perjuicio sufrido por las víctimas: el encierro, el viaje y la prisión en el campo de Drancy (cercano a París), una especie de estación central antes de que los judíos detenidos, en toda Francia, fueran distribuidos y deportados a los campos de exterminio alemanes.
Los jueces afirmaron en el fallo que la Administración francesa «no podía ignorar» que el transporte de los afectados era el «preludio a la deportación». SNCF, por su parte, apelará la sentencia por considerar que la empresa se vio obligada a cumplir las órdenes del Gobierno francés y de la potencia ocupante.
Alain y Hélène Lipietz actuaron en nombre de su padre, Georges Lipietz, detenido en mayo de 1944 en Pau tras ser denunciado. Primero fue transferido a un campo de la región de Toulouse y después a Drancy, de donde fue liberado el 18 de agosto. Georges Lipietz murió hace tres años sin haber podido ver el resultado de su demanda.