Aparecido en el ‘ABC’ de Madrid -5 de enero de 2006-:

El menú pendiente de ‘Arik’

Paz con los palestinos a través de un Estado justo y viable; elecciones israelíes de marzo; las palestinas del 25 de enero; el plan nuclear iraní; Siria… Platos de difícil digestión

Mucho se ha hablado y escrito de la glotonería de Ariel Sharón. Muchas veces le han advertido sus médicos de que modere las calorías ingeridas, respete una dieta rigurosa, se conforme con un poquito de aquí sin pinchar un mucho de allí. Muchas palabras, consejos, sugerencias con muy escasos resultados.
De hecho, tras masticar a mandíbula batiente el aperitivo, indigesto para colonos y ultranacionalistas israelíes, de la evacuación judía de la Franja de Gaza, ‘Arik’, apodo preferido por sus compatriotas, estaba dispuesto a comerse sin solución de continuidad todos los platos del menú político y diplomático que le habían preparado sus principales consejeros en las cocinas siempre encendidas de la Oficina del Primer Ministro de Israel.
El menú pendiente de ‘Arik’ Sharón en este 2006 recién estrenado no tenía desperdicio, sí difícil digestión y complicada elaboración. Así, de primer plato, sin tiempo siquiera para sentarse a la alargada mesa de Oriente Próximo, se servirían varias cucharadas soperas de unas elecciones legislativas palestinas, el 25 de enero, que amenazan, si es que se celebran, algo que casi nadie se cree ya a estas alturas, con poner en su sitio a Al Fatah y a los integristas de Hamas, con indudables consecuencias para las relaciones con Israel.

Cortar las alas a los milicianos

Tel Aviv no está dispuesto a aceptar la votación en Jerusalem Oriental; no dialogará con los fundamentalistas islámicos aunque copen muchos escaños, tampoco lo hará con los actuales líderes palestinos si no les cortan las alas militares a los grupos armados. Mucha pimienta para tan poca sal.
De segundo, sin la posibilidad de una genialidad culinaria con la que cambiar tan amargo sabor entre plato y plato como hacen algunos de nuestros más venerados chefs, ‘Arik’ estaba decidido a disfrutar de una suculenta ensalada de comicios legislativos israelíes, el 28 de marzo, en los que todos los sondeos le daban y le darían como cómodo vencedor.
Entonces, para acompañar el verde esperanza, Sharón saborearía ese filete de ternera, siempre bien hecho, de unas negociaciones congeladas con las autoridades palestinas, quizás entonces todavía encabezadas por el presidente Mahmud Abbas.
Diálogo más que empachoso para la ANP ante lo que el propio cocinero jefe de Tel Aviv ha horneado en muchas ocasiones: retirada mínima de Cisjordania; muro ilegal; anexión de Jerusalem Oriental; Estado palestino fraccionado e inviable; bloqueo a cualquier regreso de los refugiados palestinos; estudio de la liberación masiva de los prisioneros árabes.
No sólo de platos locales se compone el menú pendiente y preferido de ‘Arik’. Ahí están si no las delicias iraníes, preparadas al fuego lento del programa nuclear persa que se ha convertido en una indigesta pesadilla para la comunidad internacional pero mucho más para un Israel que se sabe en la diana de los ayatolás y que está preparado para domar a golpe de bombardeos, más o menos quirúrgicos, a los desbocados caballos iraníes, que ya han podido con los mejores jinetes europeos.

El acorralado Al-Assad <]/b>

Y de postre, junto a ese inevitable café de cardamomo que tanto se sirve en ese convulso Líbano que tan bien conoce el Primer Ministro hebreo, y al relajante arguile (pipa de agua) que tanto se fuma en el arruinado Irak, los dulces sirios, confeccionados en Damasco, donde Israel tiene un ojo puesto en el acorralado Bashar al-Assad y otro en las milicias palestinas o libanesas que no dejan de picar en la capital siria.
Menú pendiente para un Ariel Sharón, también preocupado y ocupado por el terrorismo global de Al Qaeda, que si logra salir de la mesa de operaciones del hospital Hadassah de Jerusalem, donde los galenos se esmeraban en salvar al controvertido político y militar israelí, quizás no pueda volver a sentarse a la mesa y tenga que conformarse con aquel ya lejano aperitivo que fue la evacuación de la Franja de Gaza.
‘Arik’, con su jugoso pasado personal y profesional a cuestas, admirado por muchos, sobre todo en esta su etapa final, odiado por otros tantos, también después de ese aparente cambio de rumbo, tenía, eso sí, un antojo gastronómico a partir de ahora muy difícil de saciar: pasar a la Historia como el primer ministro de Israel que hizo la paz con los palestinos. Por ahora, y hasta nuevo aviso, por vez primera en muchos años, los fogones de su cocina están apagados.