Por supuesto la falta de alumbramiento de un buen gobierno de la Autoridad Palestina, así como la lucha interna de Al Fatah ha contribuido enormemente a la popularidad de Hamas, pero le da su merecido a Sharón. Las políticas israelíes han enviado un consecuente e inequívoco mensaje a la calle palestina que la violencia da resultados y que las negociaciones y moderación no han hecho. Así es cómo la desconexión unilateral de Gaza fue entendida. Incluso en esta fase, no es demasiado tarde para que Israel despliegue más zanahorias que palos en la incursión de las elecciones legislativas palestinas.
La completa implementación de los acuerdos del 15 de noviembre, en los que medió la Secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice, incluyendo los convoyes y la remoción de cierres y puntos de control de Cisjordania, todavía podría demostrar al público palestino la eficacia de un acercamiento negociado y debilitar a los que optan por las líneas duras.
No obstante, los autoelegidos tercos realistas continuarán diciéndonos que el unilateralismo tiene sentido y que tiene amplia aprobación popular.
Para pensar
Una extensa encuesta conducida solo por ‘Market Watch’ para la ‘Iniciativa de Ginebra’ sugiere lo contrario y llama a repensar. Según los resultados de esta encuesta, 62% de los israelíes están a favor de negociaciones con la AP (Autoridad Palestina) para alcanzar un acuerdo de status permanente, mientras sólo el 15% prefieren más desconexiones unilaterales, y esto incluye una clara mayoría de votantes de ‘Kadima’, el nuevo partido de Ariel Sharón.
‘Kadima’ ha sido eficaz en empañar estas opciones de políticas duras. La meta es simple: ganar el amplio espectro que va de centro-izquierda a centro-derecha. Sharón no dice casi nada de sustancia. «Socios cercanos», «encuestadores» y tipos como Mofaz fastidian ideologicamente a los dispuestos a votar a Kadima con interminables globos de ensayo de izquierda y de derecha que el hombre adulto deniega.
Pero esto va más allá que hacer campaña. El acercamiento de Sharón refleja algo más profundo: una clara preferencia absoluta por el manejo del conflicto por encima de la resolución del conflicto. Es este básico motivo de Sharón, tan contrario al interés de Israel, que requiere explicación y cuestionamiento.
‘Kadima’ retrata al liderazgo palestino como no deseoso, incapaz o irrepresentativo como socio haciendo la paz, o los tres calificativos juntos. Todavía, en la realidad post-Arafat, ningún esfuerzo se ha hecho aún para testear los tópicos del status permanente en negociaciones con el lider de la AP Abbas.
Eso es irresponsable. La cuestión del mandato popular se medirá en las elecciones palestinas de enero, y Al-Mustaqbal (El Futuro) la lista de la generación más joven puede sencillamente salvar a Al Fatah. A pesar de la amenaza de Hamas, el despido a priori del socio Abbas/Fatah está equivocadamente liderado.
Preocupaciones serias
La capacidad de la AP es una preocupación real y seria, pero ciertamente la política israelí inteligente sería facilitar la construcción de esa capacidad, en lugar de destruirla a cada giro. Un involucramiento internacional más intensificado y el seguimiento de la administración de la autoridad pueden ser necesarios. Éste es un desafío que Israel debe trabajar con el Cuarteto y la AP para dar una dirección, no para usar como munición en un juego de reproche en el que todos finalmente perdemos.
Una segunda justificación de Sharón enfatiza la necesidad de tomar pequeños, moderados pasos hacia la paz en contraste con el desacreditado acercamiento de Ehud Barak «ve por el fin del juego». Ignorando por un momento la posibilidad que el fracaso puede haber sido por la implementación de los métodos de Barak en lugar de sus políticas, este argumento es deficiente de cualquier modo. Sin duda, años después de comenzar el gradualista proceso de Oslo, la lección es que la ausencia de un punto fijo de destino para el proceso realmente alimenta el extremismo.
Israelíes y palestinos por igual merecen saber dónde es que todo esto se supone que terminará. Cuando Israel empieza a evacuar los territorios, es más importante que nunca que se definan las líneas rojas del fin del juego -¿es ello los bloques de asentamientos, la Línea verde, el plan de partición de la ONU?-.
El apetito de Sharón por crear nuevos, inútiles y posiblemente desastrosos hechos sobre el terreno por encima de la Línea Verde, como la E-1, (que une Ma’aleh Adumim y Jerusalem) y puestos de avanzada, tiene que ser saciado todavía. Jugar con el tiempo agrega problemas y costo de vidas, no lo contrario.
La real explicación para la anulación por parte de Sharón de un camino de resolución del conflicto puede consistir en esas mínimas sabrosas opciones: que él simplemente no desea pagar el precio. Si este conflicto, con todas sus implicaciones para nuestra seguridad, valores y prioridades domésticas distorsionados, realmente está prolongándose debido a una renuencia a abandonar Ofra o Kiryat Arba, o para decir adiós a los millones de palestinos de Jerusalem Oriental, o pagar la compensación a los refugiados palestinos, entonces debemos saber la verdad.
En nuestra última encuesta, más partidarios de Kadima estaban a favor del contenido de la pormenorizada Iniciativa de Ginebra que contra ella por 46 a 39%.
Muchos israelíes identifican a Ariel Sharón con esta presteza para hacer opciones duras -debido a Gaza, debido a la división del Likud, y porque todos nosotros vivimos con esperanza-. ¿Pero qué hay de la no-implementación del informe de Sasson, los asentamientos, la expansión de la E-1, las negociaciones precondicionantes, ignorando a Abbas. ¿Es esta toda la postura?.
Los israelíes no deben tener que suponer. Si Sharón tiene un plan para acabar el conflicto, que lo traiga.
En ausencia de plan, la difícil y sumamente intuitiva conclusión en dirección contraria es esta: Sharón es tanto o más una parte del problema como él es una parte de la solución.