Política de hoy:

Un culto al ridículo

La izquierda llama eternamente a la unidad para ir separados. La derecha se queja de la ausencia de un Estado a cuya demolición y descuartizamiento participó con fruición. El justicialismo se divide en fracciones que le permite criticar los gobiernos de su signo que apoyó. El radicalismo, como decía Perón, considera el poder como eso desagradable que hay que administrar entre dos internas...

Por Hugo Presman

El gobierno llama desendeudamiento a pagarle a los organismos internacionales.
Cristina Fernández afirmó que no hace portación de apellido. Pero su marido hace campaña, mientras la candidata se suma en un contemplativo silencio admirativo.
Hilda “Chiche” González llegó a la política como mujer de Eduardo Duhalde. Hoy hace proselitismo para acceder a Senadora por el justicialismo mientras su marido se ha sumido en un silencio insondable.
Se pregona la nueva política del brazo de Carlos Reutemann y José Manuel de la Sota. Sin considerar a los intendentes del conurbano que, por un pase de magia o un cruce del Jordán, pasan a ser nuevos y virginales al trasladarse de las huestes del duhaldismo a las filas del kirchnerismo, con su novato Frente por la Victoria.
El lenguaje es un basurero.
No se discuten los problemas centrales sino que las ideas se reemplazan por el intercambio de descalificaciones recíprocas.
Si un turista recorre Puerto Madero, Las Cañitas, Barrio Norte, Las Lomas de San Isidro, Barrio Parque, o ve a los distintos candidatos haciendo campaña puede pensar que está en el primer mundo y aquí no hay problemas.
No hay once millones de personas que viven con menos de dos pesos diarios, ni un 25% de desocupados y subocupados, ni un millón de chicos que trabajan o mendigan, ni cerca de un 50% de la población por debajo de la línea de pobreza. Algunos de los tantos indicadores que traducen la devastación social.
Ricardo López Murphy se viste de cocinero y reparte chupetines. Mauricio Macri salta un bache. Menem quiere volver al 1 a 1 y vuelve a proponer la dolarización. Hilda Duhalde despotrica contra los piqueteros igual que Macri. Cristina Fernández es candidata a senadora en la Provincia de Buenos Aires representando a Santa Cruz y hace propaganda en el Primer Mundo. Néstor Kirchner dice que está contra el clientelismo al tiempo que visita cada municipio con una bolsa de dinero. Elisa Carrió dejó el Apocalipsis metaforizado en huracanes y partos y lo trocó en una versión agiornada y optimista del génesis. Luis Brandoni convoca a actos en donde participan equilibristas, como Macri adorna su insignificancia con porristas. El jefe de Recrear, con un futuro político vidrioso, se fotografía con gigantescos muñecos que representan a un bulldog, mientras que el Canciller quiere manifestar una personalidad distante de la obediencia incondicional que exige el Gobierno diciendo que “yo no soy un caniche toy”. Un debate entre ellos debería tener como moderador a Raúl Portal, en su programa sobre mascotas.
Cecilia Pando de Mercado, primera diputada por Carlos Menem, esposa de un militar, hace la defensa de los asesinos del terrorismo de estado y la apología de Baseotto que reivindica la dictadura criminal. Rafael Bielsa, el intelectual, ve a la Virgen. Seineldín se siente acompañado, compartiendo un delirio. Domingo Cavallo es un adalid contra el FMI y sostiene que nadie ha defendido tanto a los trabajadores y jubilados como él.
Fácil sería ironizar sobre Moria Casán, Ethel Rojo, Zulma Faiad. Pero para traducir el vaciamiento de la política, basta decir que Moria -que es menemista y usa vidrios polarizados para no ver la miseria- hoy se despega del apoyo del Menem piantavotos. Sí, el mismo Menem que hace sólo diez años era reelegido por más del 50% de los votos. Hoy ningún candidato radical haría campaña alegremente al lado de Raúl Alfonsín. Y el mago Caballo, que hace apenas 4 años asumió el Ministerio de Economía con el 70 % de aprobación pública, hoy le cuesta superar el 1%.
Ni hablar de De la Rúa, que en 1999 superó el 50% de los sufragios.

El vaciamiento

El vaciamiento es consecuencia de haber abrazado políticas neoliberales de devastación, de incumplir las promesas electorales o en el colmo aplicar políticas en las antípodas de las enarboladas en la campaña electoral. De haber convertido la carrera política en una autopista veloz de acceso al bienestar.
Mientras en el escenario se interpreta un grotesco, detrás de él los sectores concentrados de la economía se quedan con la taquilla.
¿Sacarán alguna conclusión Kirchner y Lavagna que, hoy, cuentan con más de 50% de aprobación pública? ¿Será cierto que nadie aprende en experiencia ajena?
Las exageraciones orales del Presidente contra Eduardo Duhalde (complot, palos en la rueda, mafioso pero su socio hasta ayer y actual representante del país en el MERCOSUR) terminan por potenciar la mesura y el equilibrio de Hilda Duhalde, en consonancia con el sentido común social predominante. La misma Chiche, cuya sensibilidad social no alcanza a los piqueteros y que quiere enterrar el pasado, incapaz de comprender, como decía Julio Cortazar refiriéndose a Juan Gelman: “Volverse más lúcidamente hacia el pasado para ser más lúcido frente al futuro”.
El discurso del Gobierno y algunos hechos están a la izquierda de una sociedad argentina corrida del centro a la derecha, fundamentalmente en el 50% incluido.
El relato se aleja demasiado de los hechos. ¿Se está vaciando un discurso, en muchos casos correcto? ¿Se está malversando la argumentación junto a una excelente coyuntura internacional?
¿Será cierto que no se vuelve del ridículo?