Falleció Simón Wiesenthal

El coraje de recordar

El célebre 'cazador de nazis' austriaco Simón Wiesenthal falleció, este martes 20 de septiembre, en Viena (Austria) a los 96 años de edad. Así lo anunció, en un comunicado, el rabino Marvin Hier, decano y fundador del Centro Simón Wiesenthal de Los Angeles (Estados Unidos). La ONG defensora de los Derechos Humanos, describió a Wiesenthal como "la conciencia del Holocausto". El llamado ‘cazador de nazis’ ayudó a llevar ante la justicia a más de 1.100 criminales nazis dispersos por todo el mundo en una lucha que reivindicaba la supremacía de los Derechos Humanos y su incansable lucha contra el nazismo y la discriminación en todas sus expresiones.

Simón Wiesenthal nació el 31 de diciembre de 1908 en Buczacz, en la región de Galizia, entonces pertenecía a la monarquía de los Habsburgo y que ahora forma parte de Ucrania. Estudió y se instaló como arquitecto en Praga en 1932 y ejerció su profesión hasta 1941 cuando, durante la ocupación alemana de Checoslovaquia, fue detenido.
Sobrevivió a doce campos de concentración y exterminio nazis y fue liberado por tropas norteamericanas en el campo de Mauthausen. Durante su permanencia en los campos de la muerte durante algo más de cuatro años, Wiesenthal consiguió tomar nota de los nombres de cada uno de los criminales nazis que participaban en el genocidio y una vez liberado por las tropas de Estados Unidos se dedicó exclusivamente a buscarlos.
En su encierro intentó suicidarse cortándose las muñecas para evitar la tortura. Unos 89 miembros de su propia familia fueron asesinados por los nazis.
Wiesenthal consiguió a lo largo de su vida llevar ante la justicia a más de 1.100 criminales de guerra y contra la humanidad del nazismo en todo el mundo.
Entre los nazis mas célebres, cuya captura se debe a sus investigaciones, figuran el organizador del Holocausto Adolf Eichmann, secuestrado en Argentina por el Mossad (Servicio de Inteligencia e israel) y luego juzgado y ejecutado en Israel, o el oficial SS Karl Silberbauer, responsable de la deportación y muerte de Ana Frank.
En 1947 fundó el Centro de Documentación Judío, que fue cerrado en 1954 debido a los intereses creados en la guerra fría.
En 1954, Wiesenthal consiguió localizar en Buenos Aires (Argentina) al criminal nazi Adolf Eichmann e informó de ello al Centro de Investigación del Holocausto Yad Vashem en Israel, cuyas autoridades eran inicialmente muy escépticas al respecto. Sin embargo, finalmente el prófugo fue capturado en una captura que bien mereció varios libros y películas contando la historia.
Eichmann, el hombre que planificó la deportación y muerte en masa de millones de judíos en Europa, fue secuestrado en 1960 en un suburbio de Buenos Aires, en la localidad de San Fernando, trasladado clandestinamente a Israel y, finalmente, sentenciado a muerte en 1961 tras la celebración de un juicio trasmitido por televisión. Ese mismo año, Wiesenthal reabrió su Centro de Documentación con el apoyo de donaciones de todo el mundo.
Uno de los casos más conocidos junto al de Eichmann es el de Karl Silberbauer, que llevó a un campo de concentración a Ana Frank y que fue descubierto en 1963 cuando trabajaba como inspector de policía en Viena.
Otros criminales prófugos corrieron la misma suerte: el austríaco Franz Stangl, temido comandante del campo de la muerte de Treblinka, capturado en 1967 en Brasil, y el alemán Josef Schwammberger, comandante del gueto de Przemysl, detenido en 1987 en Argentina.
En 1977 se fundó en la Universidad Jeshiva de Los Angeles (Estados Unidos) el Simon Wiesenthal Holocaust Center, que en la actualidad tiene más de 400.000 miembros y sedes en Toronto, Buenos Aires, Jerusalem y París.
Más adelante, en 1979, la Oficina Especial de Investigación en Estados Unidos (OIS) compartió con Wiesenthal información sobre personas sospechosas de haber participado en el genocidio del pueblo judío.
En 1989 causó conmoción la declaración de la OIS según la cual el presidente austriaco y ex secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, había colaborado con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Wiesenthal reaccionó de acuerdo a sus principios y estableció que el Presidente austriaco siempre estuvo enterado de las actividades de los criminales nazis, pero que no se le podía probar su directa participación en sus crímenes.
Tras 58 años de trabajo, Wiesenthal anunció, en abril de 2003, su retiro de la vida activa. «A los asesinos de masas que he perseguido, dijo entonces, los he encontrado y los he sobrevivido a todos. Si hubiese algún criminal todavía no descubierto, éste sería demasiado viejo para llevarlo a los tribunales»; así dio por finalizada su tarea activa y desapareció de la vida pública.
Uno de los grandes desafíos que enfrentó Wiesenthal fue explicar a la opinión pública los crímenes nazis, dada la increíble existencia de numerosas asociaciones y grupos que niegan la existencia del Holocausto.
Ni siquiera por la muerte de su mujer Cyla, el 10 de noviembre de 2003 a los 95 años y luego de 60 años de matrimonio, salió de su departamento -en el centro de Viena- para presenciar su entierro, por su delicado estado de salud.

Memoria frágil

El rabino Marvin Hier, cofundador del Centro Simon Wiesenthal dijo -refiriéndose al arduo trabajo que lleva a cabo su institución- que “no ha sido una tarea fácil. La gente tiende a querer olvidar. No sólo quienes perpetraron la maldad sino también sus víctimas. La memoria es frágil y flexible. Y es por esa razón que, si no persistimos en nuestro curso, si no somos fieles al recuerdo, entonces, un día, nadie creerá que los horripilantes sonidos de esos trenes una vez entregaron millones de inocentes hombres, mujeres y niños a los campos de la muerte”.
Los nazis asesinaron a seis millones de judíos. Arrancaron bebés de los brazos de sus madres y los lanzaron a su muerte; utilizaron a los niños como conejillos de Indias en horrorosos experimentos médicos; apiñaron personas en cámaras de gas; y como la vida se hizo crecientemente insensible, los guardias nazis disparaban a los prisioneros sólo para “desahogarse”.
Simón Wiesenthal trató de encontrar alguna explicación racional sobre el nazismo como un hecho que haya perdurado en el tiempo y se haya profundizado en los movimientos neo nazis y los negacionistas históricos: “Estos jóvenes no eran culpables; sus padres y maestros lo fueron. Las personas mayores estaban tratando de envenenar la mente de la generación joven porque querían justificar su propio pasado dudoso. Muchos de ellos estaban atrapados por su herencia de ignorancia, odio e intolerancia. No habían aprendido nada de la historia”.

Auschwitz

“Auschwitz es la personificación del crimen más atroz en la historia de la Humanidad”, supo afirmar Wiesenthal.
“Un crimen completamente documentado. Auschwitz representa el lugar en donde se llevó a cabo un genocidio planificado y organizado hasta los más mínimos detalles. Las víctimas no fueron enterradas, sino calcinadas. Sus cenizas fueron esparcidas sobre los campos colindantes”.
“En Auschwitz murieron al menos un millón y medio de víctimas inocentes de diferentes nacionalidades. El 90% eran judíos. Nuestros recursos lingüísticos no alcanzan a describir todas las crueldades a las que fueron sometidos tantos inocentes -hombres, mujeres y niños- en este lugar del horror”.
“No sólo fueron asesinados brutalmente, sino que miles de ellos murieron de hambre, muchos fueron obligados a trabajos forzados bajo condiciones infrahumanas hasta morir de agotamiento”.
“Lo que hoy en día queda del Campo y sus instalaciones sólo logra transmitirnos ínfimamente el sufrimiento de cientos de miles de personas. Hoy en día nadie que jamás haya estado en un Campo de Concentración podría creer, y menos aún comprender, las crueldades cometidas por los nazis en Auschwitz y en muchos otros lugares semejantes. En cuanto a sus dimensiones y su brutalidad son inimaginables, ¡pero ciertas!».

La supervivencia de la esperanza

La vida de Wiesenthal ha estado dedicada a la creencia de que “cuando el hombre recuerda sobrevive la esperanza”. Su compañero de ruta, el rabino Hier proclama que “la esperanza vive en tanto no nos quedemos callados”.
Debajo de maneras inteligentes y cultas, en el corazón y el alma de Wiesenthal (y su gente) siempre sobrevivió una feroz e implacable lucha contra el mal y la injusticia en todas sus formas.
“Perdonar siempre, olvidar jamás” es una de las frases claves, dichas y recordadas hasta el cansancio por Wiesenthal, para entender su compromiso eterno.
No olvidamos a Wiesenthal. Tampoco olvidaremos su maravillosa, emotiva, dolorosa y encomiable lucha.