La mimetización:

El cacerolazo comunitario

Se suele decir que la comunidad judía argentina se mimetiza con lo que ocurre en el país. Algunos se lamentan, creyendo que podemos ser distintos, otros se alegran, porque se demuestra la inserción en la sociedad y yo opino que esto es indefectible, no es ni bueno ni malo, sino que es inevitable. Así, la dirigencia comunitaria se convirtió en el primer represor en épocas del proceso (a las tnuot -movimientos juveniles- sionistas que organizamos una pegatina contra el antisemitismo, nos dejaron solos en la calle), tomaron pizza con champagne en épocas del reinado menemista, y las reacciones de la gente fueron similares a las del pueblo en general. Pasaron varios años para que la gente se de cuenta de que Galeano no investigaba y que la dirigencia nos vendió y encubrió el accionar del Juez y los fiscales. También la sociedad argentina, tardó en entender que las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo no eran locas, y que siguiendo a Menem no íbamos a ningún lado. Tenemos líderes presos, como los políticos corruptos. Tenemos testaferros de estos presos que siguen en el poder. Tenemos algunas deudas enormes, un hospital (Israelita) destruido, colegios cerrados, pobreza... no podía ser de otra manera.Nos falta una sola cosa. Un cacerolazo.

Por Roberto Moldavsky

Motivos sobran

Un cacerolazo para terminar con los delfines de Beraja que, según dicen, se tiraron contra Kirchner porque la ‘AMIA americana’, el American Jewish Committee, no quiso interceder por Menem y Beraja.
Un cacerolazo para que los mafiosos (como los que supieron amenazar con la barra brava de Atlanta) no vuelvan a tener lugar en nuestra comunidad.
Un cacerolazo para que el ex embajador Avirán sea investigado por Israel, para entender qué negocios tan importantes logró… que lo hicieron radicarse en Argentina.
Un cacerolazo para que no haya espías en Memoria Activa o en Nueva Sión o donde fuera, que corren a buchonear todo a la Embajada (y que esos espías no se queden con cuadros que se donaron para recaudar fondos a favor de entidades benéficas).
Y así miles de cacerolazos más.

Preguntas

Yo tengo una propuesta.
Se acerca el acto por el aniversario del atentado a la AMIA.
Hagamos nuestro cacerolazo.
No los dejemos hablar. No le permitamos que nos sigan mintiendo y ahora se hagan los paladines de la justicia.
Que ese lugar lo tenga Memoria Activa que tienen mucho más para decir.
Y si los ve por la calle, sin violencia, se los puede encarar y preguntarles:
– ¿Por qué me vendiste?
– ¿Por qué hacés negocios con la sangre de los muertos?
– ¿Por qué echaron de la AMIA a casi todos los sobrevivientes del atentado?
– ¿Por qué no devolvés los cuadros?

Debo reconocer que yo también robé y no me avergüenza decirlo.
La frase “nos falta un cacerolazo” la dijo Daniel Muchnik, en la Feria del Libro, cuando se presentaba el libro de Nueva Sión.
Como verán, yo tampoco pude escapar de la influencia maldita y me quedé con algo que no era mío pero, por lo menos, lo comparto con ustedes.