Argentinos en Israel

Múltiples posiciones sobre el conflicto con los palestinos

La acción militar israelí en la zona de Rafah, desde sus justificaciones en boca de portavoces oficiales y hasta sus consecuencias en vidas humanas y en la imagen de Israel en la opinión pública mundial, dividieron en dos a la sociedad israelí; y dentro de ella a la comunidad de 80 mil argentinos, 10 mil de ellos inmigrantes de los últimos 4 años. La decisión de Ariel Sharón de presentar un plan de retirada de Gaza, aún estando en minoría entre los ministros y parlamentarios de su partido, convirtió el tema en un campo de batalla ideológica entre argentinos. Aún con los ecos de los disparos y explosiones del operativo israelí en Rafah de trasfondo, escuchamos a compatriotas desde ambas lados de la trinchera. Veamos algunos testimonios:

Por Shlomo Slutzky (Desde Israel)

Especialmente significativo es el choque de ideas y conclusiones que se produce a unos pocos kilómetros de Rafah, al sur de la Franja de Gaza. Del lado israelí de la frontera se concentra un gran número de kibutzim (aldeas colectivas de tendencia socialista) en los que los inmigrantes argentinos han desarrollado raíces. Como el 80% de la población israelí, están a favor de la retirada de Gaza, con o sin acuerdo previo con los palestinos. A unos kilómetros de distancia, ya dentro de Gaza, en las cercanías de los campos de refugiados de Janiunes y Rafah, un puñado de argentinos levantaron sus hogares en los territorios conquistados por Israel en la guerra de junio de 1967, en lo que ellos justifican con entrelazadas explicaciones de “derecho bíblico” del pueblo judío, y “razones de seguridad”.
“Llevo 3.300 años en el lugar y volví en 1971, cuando emigré de la Argentina para vivir aquí con mi mujer y mis seis hijos”. De esta manera prefiere contestar el Ingeniero Yehuda Heinmenrath, a la pregunta acerca del tiempo que lleva en Israel. Lo hace haciendo referencia al milenario pasado judío en Gaza justificando, así, su vida y la de los suyos en Neveh Dekalim, una colonia de edificación baja con muy trabajados jardines a su alrededor y un centro industrial en el que trabajan palestinos de la zona -en épocas más tranquilas-, por ejemplo, trabajadores del campo de refugiados de Janiunes, con el que limita Nevéh Dekalim y que es considerado uno de los poblados de menor nivel económico en el mundo.
Heinmenrath agrega: “Es demagógico ligar el operativo en Rafah con nuestra presencia en estas tierras ancestrales. El operativo está destinado a destruir fábricas de morteros y túneles de contrabando de armas y explosivos que llegan desde Egipto. Estas armas y explosivos son disparadas contra los judíos en Neveh Dekalim como en los kibutzim y ciudades fuera de Gaza. Los problemas empezaron con los acuerdos de Oslo, ya que antes los palestinos no tenían la cantidad de armas que tienen en estos momentos y si había problemas, se resumían en piedras que nos arrojaban y no disparos y morteros como en los últimos cuatro años”.
En los últimos meses, Yehuda Heinmenrath reparte su tiempo entre la fábrica de instrumental médico que posee y la militancia política en contra de la retirada unilateral, la opción que hasta el mismo Ariel Sharón -el principal promotor de la colonización israelí en la Cijsordania y Gaza- está decidido a efectivizar, tomando en cuenta la imposibilidad de seguir pagando un alto precio en vidas.

“Las colonias son una continua provocación”

En su camino de entrada y salida de Gaza hacia el centro de Israel, por el control de fronteras de Kisuffim donde semanas atrás una colona embarazada y sus 4 hijos fueran asesinados y rematados a centímetros de distancia, Heinmenrath no puede no haberse cruzado con Jorge Katz, uno de los militantes por la paz que llaman a la retirada en demostraciones que realizan casi a diario en estos días, llaman a los colonos israelíes en sus pancartas a “Volver a casa, Salir de Gaza”.
Katz es miembro del kibutz Nirim y hasta hace un año atrás representó al movimiento kibutziano y al Frente de Izquierda Meretz en la Argentina, intentando presentar una imagen de una Israel progresista y pacifista, como alternativa a la del gobierno de Sharón.
“También nosotros somos blanco de los morteros lanzados desde Gaza y hace ya tres años que -dada la situación- tenemos prohibido trabajar en nuestros campos que lindantes con Gaza. Sin embargo, tenemos claro que las colonias en los territorios ocupados son el mayor impedimento para llegar a un acuerdo de paz con los palestinos. Su presencia en tierras expropiadas a los palestinos son una continua provocación, que alimenta el odio y el terror y finalmente nos pone en peligro a todos los israelíes”.

El origen del mal

Yehuda Heinmenrath no solo rechaza la propuesta de paz a cambio de retirada de territorios que plantea Jorge Katz y el movimiento pacifista en Israel, sino que la ve como el origen del mal. “La paz llegará solo cuando los árabes sepan que los judíos hicimos una decisión definitiva” proclama Heinmenrath, agregando comprobaciones: “Si hoy no hay grandes protestas en el campo de Janiunes, frente a nuestra casa, es porque tienen miedo, porque saben las consecuencias que tendrá para ellos alterar el órden en estos momentos, porque saben que los judíos decidimos algo, y ellos deben adaptarse a ello. Lo mismo será si decidiéramos mover de su anterior lugar un poblado árabe israelí o palestino. Si lo habremos de decidir firmemente, los palestinos y el mundo deberán adaptarse a nuestra decisión”.
Sin embargo, Israel y aún los judíos en Israel están lejos de acordar en una vía de solución, y menos que menos, en una solución de fuerza y más fuerza como la que se viene probando en los últimos años.
“Lo trágico es que cuando viajábamos hacia el norte a la gran manifestación en Tel Aviv donde casi 200 mil personas llamaron a la retirada de Gaza y al retorno a las tratativas de paz con los palestinos, muchos de los hijos de quienes viajábamos a la manifestación eran soldados que estaban siendo trasladados a Gaza para la acción en Rafah”. Así comenta a Nueva Sión Moshé Rozen, un veterano militante sionista socialista de la Argentina que desde hace 30 años es miembro del Kibutz Nir Itzjak, unos kilómetros al este de Gaza.
“Los sondeos de opinión hablan del hecho que cerca de un 80 % de la población israelí está hoy a favor de la retirada de Gaza, pero los sectores más extremistas empujan al gobierno y al Ejército a acciones de las que ya se están arrepintiendo” asegura Rozen.
Ante la pregunta acerca de si las acciones israelíes en el operativo en Rafah pueden catalogarse como “crímenes de guerra”, Moshé Rozén cuyo hijo mayor (25) se liberó del ejército después de años de servicio en una unidad de elite, prefiere una respuesta más allá del “sí o no”: “paradójicamente, lo que yo veo como el problema estructural y más grave no es lo que haya o no ocurrido en los últimos días, sino la situación de ocupación que viene arrastrándose ya 37 años.

Víctimas sin contexto

Los israelíes siguen viéndose sólo como víctimas, sin poder percibir el contexto. Ven el ómnibus destruido por un terrorista suicida que se inmola asesinando a decenas de personas, pero no ven el hambre la miseria, la humillación en las colas de los puestos de control, la gente que no logra llegar a atención médica o a sus propios familiares, la rabia que va creciendo. Una rabia que sólo es de extrañar que no nos haya explotado antes frente a las narices, como está ocurriendo en estos días, cuando ya está claro que no se demolieron viviendas solamente, sino -antes que nada-, el mito de una ocupación que puede durar eternamente y a la vez ser humana. Por lo menos ese mito ya está detrás nuestro”, afirmó Rozen.
Mabel Rozenblatt, con un año y medio viviendo en Israel, ya tiene dos hijas en el ejército, “las dos muy satisfechas” y un hijo de 15 que esta ex vecina del barrio Once -de la ciudad de Buenos Aires, y hoy de la ciudad de Ashdod sobre el Mediterráneo- espera que “hasta que llegue a los 18 años la situación mejore…”.
Mabel dice que de política entiende poco. Antes de salir la hija mayor a Israel (en enero del 2000) no había empezado la Intifada, “pero de cualquier manera hubiéramos venido, para sacarlos a los chicos de los peligros de las calles en Buenos Aires”.
Al estar su marido pensionado y tener, ella, bastante trabajo en limpieza en hogares de buenas familias, no se ve influida por la crisis económica israelí de los últimos años. Mabel solo espera “que haya paz, y podamos dejar de preocuparnos…”.

Una inmigración más pragmática y menos idealista

José Koren preside la Asociación de Amistad Israel-Argentina, conoce bien a su gente pero prefiere hablar sobre la situación política a título personal, o a lo sumo como licenciado en Ciencias Políticas.
Considera que -a diferencia del pasado, cuando el grueso de la inmigración argentina provenía de los movimientos de centro izquierda, integrándose a aldeas comunitarias y partidos de esa tendencia en Israel- “en los últimos años, la inmigración argentina es de corte menos ideológico y más pragmática. Si a eso agregamos la positiva integración de los argentinos a Israel, podemos decir que la opinión de argentinos en Israel es reflejo de la sociedad que los integró y no resultado de su origen”.
A nivel personal, Koren no dejó de lado las banderas del pasado: “Israel ocupa un territorio ajeno, y para hacerlo somete a un pueblo vecino impidiéndole su soberanía y su libertad, por lo que la paz y la seguridad llegarán a partir de un acuerdo político entre las partes y no con ninguna solución militar”.
Como miles de millones en el mundo vio los resultados del último operativo militar en Rafah. Su conclusión es cara: “Se trata de una continuidad del la fe en las soluciones militares a conflictos políticos, una fe que la historia se encarga de demostrar como pagana”.
En los 14 años que el arquitecto de origen argentino Larry Sternschein (39 años) vive en Israel, siempre votó por el laborismo o por Shinui, el partido liberal que hoy constituye la “izquierda” de la coalición gubernamental liderada por Sharón.
Larry afirma que está “a favor de un acuerdo negociado pero no hay con quien hablar en una Autoridad Palestina liderada por terroristas. Por eso es que apoyo la retirada unilateral de Gaza y ciertas colonias en la Cijsordania, pero a la vez creo que Israel debe operar con toda su fuerza para reducir el potencial terrorista en Gaza, aún cuando se retire posteriormente de la zona”.
Larry tiene tres hijos y sabe que en un futuro podrán ser ellos los encargados de las acciones en Gaza o Cijsordania: “me da miedo, pero si mis hijos decidirán en el futuro ser soldados de combate, con mi mujer estaremos siempre detrás de ellos en su decisión, ya que sabemos que en Israel no hay otra opción”.

Una colonia corrida a la derecha

Aharon Barnea es uno de los dirigentes del “Foro de Familiares de Víctimas del Conflicto”, una asociación cuyos miembros trabajan con sus homónimos palestinos por la paz la reconciliación y la tolerancia, habiendo manifestado en las últimas semanas a favor de la retirada de Gaza, como un primer paso al retorno a las tratativas de paz.
Desde su pasado en la Argentina, de la que emigrara hace más de cuarenta años y especialmente después de la muerte de su hijo en El Líbano, Barnea brega por la paz.
Si bien considera a Ariel Sharón responsable por la muerte de su hijo -al haber complicado a Israel en la Guerra de El Líbano en 1982- hoy le ofrece un apoyo táctico.
“Toda retirada que Sharón realice con sus propias manos, que fueron las que empujaron a fundamentar la colonización israelí en la Cijsordania y Gaza -dice Barnea- es positiva, porque puede generar una dinámica distinta a la actual. Personalmente, tengo en claro que se trata solo de un primer paso que, de no completarse en una plena retirada de Gaza y Cijsordania, no se solucionará la problemática de fondo de los palestinos -la necesidad de un Estado Palestino soberano- ni el peligro del terror que deviene de la situación de los palestinos y de la presencia de colonias provocativas en pleno territorio palestino”.
Barnea, que por su carrera como educador y en cargos públicos conoce de cerca a la colonia argentina en Israel, considera que hoy esta está un tanto “corrida a la derecha. Si en el pasado los inmigrantes argentinos se incorporaron, en su mayoría, a los partidos de centro hacia la izquierda, hoy están en crisis como lo está la izquierda en general desde el fracaso de las últimas tratativas de paz y el comienzo de la Intifada en setiembre del 2000”.
Barnea no quiere confundir deseos con análisis, pero considera que la derecha israelí, liderada Ariel Sharón, esté sufriendo su propia crisis: ”Sharón afirmó que ‘lo que se ve desde el gobierno es diferente a lo que se ve desde la oposición’, afirmando la necesidad de un Estado Palestino para la solución del conflicto que él mismo se encargó de agravar durante décadas. De ser fiel a sus conclusiones y de no querer enfrentar a Israel ante el mundo, deberá enfrentarse a los extremistas de derecha dentro y fuera de su partido y, quizás, también ir a nuevas elecciones donde por fin esté claro que deberá ir a nuevas elecciones izando las consignas de “Paz a cambio de territorios” que levantaron por años los pacifistas israelíes”.