Causa AMIA

A tres años del juicio se duda hasta del coche bomba

Con un panorama de seguras absoluciones y defensas de acusados que salpicaron con sus dudas a la piedra fundamental de la investigación, la existencia de un coche bomba, el juicio oral por el atentado a la AMIA entró definitivamente en la recta final, a casi tres años de comenzado. Los jueces del Tribunal Oral Federal 3 planean sortear el décimo aniversario del ataque del 18 de julio de 1994 sin veredicto dictado y tampoco está en su intención permitir que esa fecha coincida con las últimas palabras de los acusados. Por ello, calculan que la sentencia se conocerá a mediados o fines de agosto, casi al borde de cumplirse tres años de iniciado el juicio más largo de la historia argentina.

La semana próxima Gerardo Larrambebere, Miguel Pons y Guillermo Gordo terminarán de escuchar los alegatos de los acusados con tres imputados por delitos menores, Alejandro Burguete, Daniel Casas y Eduardo Toledo.
Pero los últimos dos meses estuvieron concentrados en las más variadas hipótesis sobre el ataque, en boca de defensores que cuestionaron en menor o mayor medida la piedra basal de la causa: la existencia del coche bomba que se estrelló contra Pasteur 633.
Más allá de coincidir a la hora de pedir la absolución de todos sus clientes, fue el defensor oficial Eduardo García quien se animó a insinuar que la famosa Trafic nunca existió, y que sus restos fueron «plantados» en un volquete dejado en la puerta de AMIA.
Los demás apuntaron a la falsedad del acta en la que se dio cuenta del hallazgo del motor de ese vehículo, prueba directa que llevó al primero de los detenidos, el reducidor de autos Carlos Telleldín, ahora juzgado como partícipe necesario.
Pero quien más se animó fue un abogado privado, Juan Carlos García Dietze, quien tras pasar dos años y ocho meses sentado en su butaca del fondo de la sala de audiencias de los Tribunales Federales de Retiro, se despachó con una hipótesis propia del ataque terrorista.
Ante jueces que parecieron salir de un largo letargo ante la novedad, el defensor de Ariel Nitzcaner -un mecánico cercano a Telleldín que no fue acusado por los fiscales y que por ello será absuelto- aseguró que la AMIA fue volada desde adentro y que los explosivos estaban en bolsas de materiales.
Para el letrado «los servicios» plantaron restos de la camioneta para simular el uso del coche bomba sólo seis minutos después de la explosión, conjeturó en base a los dichos de un testigo que vio a alguien bolsa en mano por las inmediaciones.
Sostuvo que el detonador y los explosivos entraron a Pasteur 633 en manos de dos «ignotos» personajes de quienes nunca se supo nada, que las dejaron en el hall minutos antes de la voladura.
Estos hombres, recordó, no fueron enviados esa mañana por la empresa contratada para las refacciones en la mutual y fueron vistos por dos testigos.
García Dietze quiso demostrar que hubo una «tendenciosa investigación» que dejó de lado otras posibles hipótesis para elegir «una premisa que parece políticamente dispuesta», en referencia al coche bomba como indicador de un acto de fundamentalismo islámico.
Las hipótesis de los abogados no fueron escuchadas por la DAIA, ni la AMIA ni los Familiares de las víctimas, que se retiraron del juicio oral en señal de protesta apenas el Tribunal resolvió separar a dos de los fiscales, Eamon Mullen y José Barbaccia.
DAIA y AMIA volverán el próximo 22 de junio, cuando comience la etapa de dar respuesta a estos argumentos, previa a las últimas palabras y al veredicto.
Más allá de volver o no al juicio, los querellantes dan por descontado que cuatro de los principales acusados serán absueltos por el atentado: los ex policías bonaerenses Juan José Ribelli, Anastasio Leal, Mario Bareiro y Raúl Ibarra.
De hecho, ya planean recurrir a la Cámara de Casación penal contra esta decisión del Tribunal que se basará en que todos fueron denunciados por Telleldín tras el cobro ilegal de 400 mil dólares pagados por la SIDE a instancias de quien fue juez de la causa, Juan José Galeano.