Día del Periodista 1:

El oficio de Mariano Moreno

El primer periodista de la Patria no buscaba noticias sino que soñaba con revoluciones, y tampoco creía en el periodismo “independiente” sino en una prensa que ayudara a lograr la independencia. Nada de ello le quita méritos y el nombre de Mariano Moreno está atado al Día del Periodista que se celebra en la Argentina (y sólo acá, porque cada país tiene su día), en honor a la aparición del primer medio de prensa fundado por él dos semanas después de la ruptura de los lazos coloniales.

«¿Por qué se han de ocultar a las Provincias sus medidas relativas a solidar su unión, bajo nuevo sistema? ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Península?”, escribió Moreno en el primer número de La Gazeta de Buenos Ayres, órgano oficial del gobierno revolucionario sustentado con dinero público hasta 1821.
El cadáver del secretario de la Primera Junta fue arrojado el mar nueve meses después, presuntamente asesinado por encargo de sus enemigos políticos, pero antes había escrito: “Debe darse absoluta franquicia y libertad para hablar de todo asunto que no se oponga en modo alguno a las verdades santas de nuestra augusta religión y a las determinaciones del gobierno”.
El Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba en 1938 decidió instaurar el día de aparición del primer periódico patrio (no del país) como el de los hombres que hacen medios en la Argentina, bajo un signo que no debe verse contrario al ideal de autonomía y libre expresión.
Aquellos periodistas, en su mayoría librepensadores, no soñaban con censura sino con más libertad y en plena Década Infame la proclamaron a través del legado del más resuelto de sus antecesores. Lo mismo hicieron cuarenta años más tarde los que, para pedir por sus colegas desaparecidos, se reunían los 7 de junio frente a la estatua de Mariano Moreno, en el Congreso.
Cada época tiene su periodistas y estos tienen, además, su propia auto percepción de la tarea que realizan. En 1946, el Estatuto del Periodista promovido por un activo coronel a instancias de periodistas con experiencia sindical fijó un nuevo modelo del hombre de prensa: el del trabajador con derechos sociales, que algunos quisieron ver como una maniobra de cooptación de un sector en el que el nuevo movimiento político no terminaba de calar.
El propio Perón utilizó años más tarde una fina ironía para relatar, a través de su propia experiencia, la compleja relación que existe entre los gobiernos y el periodismo, pensado ya en términos de empresas y propietarios: “Llegué al gobierno con la prensa en contra y cuando me echaron, toda la prensa me era favorable”, confesó.
Son pocos los periodistas que hoy perciben contradicción entre ser trabajador de prensa y profesional a la vez, entre actuar como laburante y como artesano de un oficio con normas propias, ya que lo que mejor define su actividad es el compromiso con la verdad y la honestidad en el ejercicio.
Es difícil, en cambio, saber con certeza cuántos periodistas profesionales hay hoy en el país por el ocaso a la Matrícula nacional de Periodistas que llevaba el Ministerio de Trabajo en base a parámetros previsionales -que la tercerización distorsionó- y de beneficios corporativos antes que en normas de ética y comportamiento, como existe en otros lugares.
También ayudó a esta pérdida de registro el aluvión de chicos que colmaron en los últimos años universidades y terciarios, ilusionados con poder contar la realidad sin limitaciones o apenas con un deseo de trascendencia pública, en tiempos en que la noticia no se diferencia bien del entretenimiento, la abundancia informativa hace barullo y el derecho a la información que reconocen las Naciones Unidas debe lidiar con la concentración de recursos.
La pérdida de horizontes colectivos y la degradación institucional colocaron además a los periodistas en un sitio social equivocado, lindante en muchos casos con el vedetismo.
Los que lograron zafar y quedarse en los medios ya se han topado con la clave del problema: la cuestión es “dar testimonio en tiempos difíciles”, según la expresión inalterable de Rodolfo Walsh, ese precursor de todos los periodistas de investigación que hubo después y heredero del Mariano Moreno militante, cuyo impulso como periodista se celebra mañana.