Pilar Rahola y la polémica sobre la propaganda en el conflicto del Medio Oriente 10:

Etgar Keret: “Las explicaciones simplistas no ayudan en el Medio Oriente”

Por Diego Melamed

Cuando el escritor israelí Etgar Keret hizo el ejército aparecía cada tanto algún oficial que le decía “Etgar, hay un desafío para vos” y lo mandaba a limpiar un patio o un baño.
La madre del autor de cuatro libros de cuentos, tres de historietas y guionista de la película ganadora del Oscar israelí, tenía en su panza a un Etgar de 6 meses de gestación cuando los médicos decidieron intervenirla, aconsejándole abortar ya que el embarazo no llegaría a buen término y el bebé no sobreviviría.
A pesae de ello, su madre -sobreviviente del Holocausto- decidió tenerlo. Y en ese momento se comenzó a escribir la vida de este escritor simpático y sencillo: lo llamó “desafío” (Etgar, en hebreo).
Etgar Keret vino a presentar su libro “El chofer que quería ser Dios”. Un libro que fue definido por el crítico Osvaldo Quiroga como “un hallazgo extraordinario”.
Etgar no es un admirador de Sharón. Tampoco cree que Israel sea “un país apartheid” como lo definen alguno de sus colegas.
Como si supiera del debate desatado en estas páginas me dijo “yo, lo que le pediría a la prensa, es que no caiga en simplismos. El conflicto de Israel con los palestinos no es una historia entre buenos y malos. Si alguien me va a matar yo lo debo matar primero, es cierto. Israel tiene derecho a defenderse, pero no siempre los israelíes tenemos razón. Le pediría a la prensa que acepte que este es un tema complejo, difícil. Una tragedia, donde las explicaciones simplistas no ayudan”.
Un dato que le da más fuerza a sus palabras: el libro que hoy está al alcance de su mano en cualquier librería argentina, no está disponible en Ramallah. Allí se agotó. Los palestinos lo leen. Claro, en sus libros no aparece solo el oficial israelí que patrulla las calles, el mismo que lo enviaba a él a limpiar los baños, ahí se puede ver a israelíes que aman, israelíes inseguros, que sueñan con la paz, seres humanos con la valentía de no maldecir a su país ni traicionar su historia, un desafío que Etgar logra con humor y una escritura sencilla capaz de iluminar las grietas de la sociedad israelí.